Este jueves marcó una nueva era en la política francesa, con la constitución de la XVII legislatura tras las elecciones legislativas. La nueva Asamblea, la más fragmentada y conflictiva en décadas, se establece en un momento crítico para el país. Con tres bloques sin mayoría clara y un Gobierno francés en funciones, Francia se encuentra en un escenario inédito a una semana de la celebración de los Juegos Olímpicos de París.
Los diputados tomaron posesión de sus escaños, sentándose no por grupo sino por orden alfabético, y comenzaron a votar una de las figuras clave: la del presidente de la Cámara. El diputado de mayor edad de la Cámara, José González, del Reagrupamiento Nacional, inició la sesión conforme a la tradición.
La votación del presidente es una de las más importantes y es fundamental para el funcionamiento de la Asamblea. Esta votación será determinante para ver el peso de cada uno de los bloques, especialmente si el bloque de izquierda, que quedó por delante en las elecciones legislativas, tiene solidez suficiente para gobernar.
Las elecciones dejaron tres partes muy divididas: el Nuevo Frente Popular, que incluye a socialistas, ecologistas, comunistas y a la extrema izquierda de La Francia Insumisa; el bloque de centroderecha de Emmanuel Macron; y la extrema derecha de Marine Le Pen.
Los grupos han pasado las últimas dos semanas tratando de buscar alianzas para formar un Gobierno de coalición. Sin embargo, las divisiones dentro de los bloques complican esta posibilidad a corto plazo.
El equipo del primer ministro Gabriel Attal sigue en funciones. Aunque presentó su dimisión el martes pasado, que fue aceptada por Macron, puede seguir gestionando los asuntos cotidianos, especialmente de cara a los Juegos Olímpicos.
La izquierda quedó en primer lugar en la segunda vuelta electoral, relegando al tercer lugar al partido de Marine Le Pen, el Reagrupamiento Nacional. Aunque tienen la mayoría de escaños (182), reivindican su victoria y aspiran a gobernar. Sin embargo, aún no han logrado ponerse de acuerdo sobre un candidato a primer ministro para presentar a Emmanuel Macron.
Macron decidió adelantar las elecciones legislativas tras el triunfo de la extrema derecha en las elecciones europeas del pasado junio. El bloque de Le Pen también defiende su victoria, mientras que Macron, cuyo partido obtuvo 168 escaños, pide una alianza entre las fuerzas «republicanas y moderadas», excluyendo a los extremos: el partido de Le Pen y La Francia Insumisa liderada por Jean-Luc Mélenchon.
La elección del presidente de esta Asamblea sin mayoría clara dará una idea de quién comienza a imponer su fuerza en los escaños. Puede haber hasta tres votaciones, en caso de que el candidato no obtenga la mayoría absoluta en las dos primeras. Dada la división, esto es muy probable.
La presidenta saliente, Yal Braun-Pivet, del campo macronista, vuelve a presentarse como candidata. También se presentan el centrista Charles de Courson y Philippe Juvin de la derecha Republicana.
La izquierda ha acordado su aspirante a presidente de la Asamblea: André Chassaigne, diputado de Puy-de-Dôme y presidente del grupo Izquierda Democrática y Republicana, que incluye a los comunistas. RN, el partido de Le Pen, presenta al vicepresidente saliente, Sebastien Chenu.
Entre hoy y mañana se elegirá también a los vicepresidentes (seis), la Mesa de la Asamblea, compuesta por 22 miembros y los presidentes de las comisiones. El bando macronista sigue defendiendo que hay que hacer barrera para impedir que la extrema derecha acceda a estos puestos clave, mientras que el partido de Le Pen denuncia el aislamiento por parte del resto de fuerzas, a pesar de su resultado en los comicios: han pasado de 89 escaños a 143.
La situación política en Francia se ha vuelto cada vez más complicada y fragmentada, y la formación de la nueva Asamblea y la elección de su presidente serán indicativos de la forma en que se desarrollarán los acontecimientos políticos en el futuro cercano.