En el mundo cada vez más digitalizado de hoy, las teorías conspirativas y la desinformación se han convertido en una herramienta crucial en las manos de los actores más venenosos de Internet. Se aprovechan de la ansiedad y la incertidumbre, y las brechas en la información para sembrar dudas y miedos. Uno de los incidentes más recientes que ha ofrecido un caldo de cultivo para tales teorías ha sido el intento de asesinato del ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
El incidente, que aún está siendo investigado y cuyas motivaciones son desconocidas, ha generado una serie de teorías conspirativas. Algunos han sugerido que el tirador era un infiltrado antifa, que la escena estaba orquestada, que Joe Biden estaba detrás del asesinato, e incluso que el regreso de John Kennedy Jr. estaba en el horizonte. Sin embargo, una narrativa en particular ha ganado tracción: la idea de que las mujeres son las culpables del incidente, y de su supuesta incapacidad para llevar a cabo «cosas de hombres».
Este discurso ha encontrado eco en España, propagado por desinformadores como el eurodiputado Alvise Pérez. En el corazón de esta teoría se encuentra el Servicio Secreto de los Estados Unidos, la agencia encargada de proteger al presidente y a los expresidentes. Las imágenes del incidente mostraban a varias mujeres entre los escoltas que custodiaban a Trump. El Servicio Secreto, dirigido por Kimberly Cheatle, ha sido objeto de críticas por su supuesta mala protección de Trump.
Los influencers de la derecha supremacista, políticos conservadores y otros actores han ayudado a viralizar esta teoría a través de vídeos manipulados e imágenes fuera de contexto. El mensaje subyacente es que las mujeres no deberían estar en el Servicio Secreto. Las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), que se han implementado en los Estados Unidos para dar cabida a las mujeres y a las personas de colectivos minoritarios, son señaladas como la causa del incidente.
Elon Musk, el multimillonario empresario y CEO de Tesla y SpaceX, también ha contribuido a la propagación de estas teorías. En su red social X, ha sugerido que la seguridad falló de manera deliberada. Incluso ha ridiculizado la idea de que una mujer podría servir como escolta para un hombre, comparándolo con llevar un bañador pequeño en la playa.
A pesar de todas estas teorías, no hay pruebas de que las agentes mujeres fueran las responsables únicas de la brecha de seguridad. Las imágenes que han sido virales son todas posteriores a los disparos. Sin embargo, la culpa de lo que ocurrió antes, según esta narrativa, recae en ellas.
Estas teorías han encontrado eco en la derecha española. Alvise Pérez, Rafapal o Capitán Bitcoin han replicado estas teorías en sus plataformas, cambiando «DEI» por «cuotas». Los comentarios en estas publicaciones reflejan la creencia de que la «moda woke» o la «cuota feminista» son peligrosas.
Elisa García-Mingo, que ha estado investigando la misoginia en las redes durante años, ha notado la copia directa de estas teorías desde los Estados Unidos. Según ella, es común que estas teorías lleguen a España a través de creadores de contenido locales, pero la apropiación directa es inusual.
El discurso antifeminista se ha convertido en una puerta de entrada para reclutar gente para causas racistas, ultraderechistas o violentas. La misoginia actúa como un vínculo ideológico y un vector a través de diferentes ideologías extremistas, según el Instituto para el Diálogo Estratégico.
Rachel Guy, una especialista de la Universidad de Georgetown, señala que el antifeminismo es una forma efectiva de introducir mensajes de odio en la conversación social. Esto se debe a que no solo permite a la manosfera aprovechar el poder emocional de sus sentimientos de injusticia, sino que también permite que sus argumentos parezcan fundamentados en los hechos.
El discurso de lo woke frente a la tradición, la masculinidad de toda la vida, y la nostalgia, juega un papel importante en este contexto.
Es esencial mantenerse informado y crítico ante la desinformación y las teorías conspirativas. En las redes, lo que nos impulsa no es tanto la burbuja algorítmica, sino el edredón ideológico: un discurso que nos arropa frente al frío de la incertidumbre.