El primer debate presidencial, auspiciado por la CNN en Atlanta, fue desastroso para las aspiraciones electorales del Partido Demócrata y, en particular, para el presidente Biden. Acercándose a los 82 años, Biden parecía inseguro, interrumpiendo su razonamiento y utilizando frases poco claras o inconclusas. Esto solo fue la última de muchas ocasiones similares que han aumentado las dudas sobre su edad avanzada y sus habilidades para asumir un nuevo mandato.
La campaña de reelección del presidente se complica aún más por las desavenencias y cuestionamientos que han surgido dentro del partido. No hay claridad sobre el camino a seguir. Los legisladores debaten cuál opción sería peor para sus perspectivas en noviembre: mantener a Biden o nominar a un reemplazo. Mientras tanto, el ambiente entre los analistas estadounidenses es de incertidumbre.
La hipótesis que surge es que en los próximos días o semanas Biden, quien hasta ahora se resiste a ello, se verá obligado a renunciar a su postulación presidencial. Las fuerzas que dominan internamente el Partido Demócrata podrían presentar un candidato alternativo o propiciar el cotejo entre unas pocas de las figuras mejor situadas para integrar la boleta presidencial.
Ante esta posibilidad, el tiempo es esencial. Falta poco más de un mes para la Convención Nacional en Chicago, y deben moverse rápido, con el respaldo de todo el peso de la élite del poder. Deberán montar un proceso con cierta transparencia y presentar un candidato que sea visto como legítimo.
Se rumorea que dentro del Partido Demócrata, las facciones de los ex presidentes Barack Obama y Bill Clinton son las que tienen mayor control. Las acciones que tomen pueden ir en diferentes direcciones.
Desde los primeros días posteriores al debate, desde la Casa Blanca, el propio presidente y algunas figuras relevantes han negado insistentemente que Biden haya perdido facultades o que vaya a renunciar a su candidatura. Sin embargo, en las filas del Partido Demócrata y en un creciente número de pronunciamientos públicos, se evidencia cierta frustración y falta de consenso.
La campaña #PassTheTorch ha sido activada, pidiendo a Biden que abandone la nominación. Importantes donantes han anunciado planes de retener o redirigir sus aportes. Algunos de ellos han creado un fondo denominado Comité de Acción Política “Nueva Generación” y pretenden recaudar $100 millones de dólares para apoyar al candidato de reemplazo.
La acusación defensiva del presidente Biden de que los críticos demócratas de la “élite” no están en sintonía con su partido ha provocado al consejo editorial del New York Times, que está redoblando su llamado para que Biden abandone la carrera presidencial.
En cualquier caso, no hay certeza de que dicho cambio realmente vaya a ocurrir. ¿Podría Biden seguir rehusándose a colaborar? También hay incertidumbre sobre cuánta variación en la contienda electoral pueda aportar la situación judicial de su rival Donald Trump.
En cuanto a una figura como posible reemplazo para Biden, sería demasiado especulativo mencionar nombres. Sin embargo, hay personalidades que han sido mencionadas repetidamente. La vicepresidenta Kamala Harris destaca, pero el problema es que ella es tan impopular como Biden. Otros nombres que se destacan incluyen al gobernador de California, Gavin Newsom, la popular exprimera dama, Michele Obama, el exalcalde y actual ministro de transporte, Pete Butiglieg, y la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.
En un artículo publicado en el influyente boletín digital “Politico”, el exconsejero jurídico del expresidente Barack Obama, Gregory B. Craig, refuta a quienes afirman que sustituir a Biden es imposible o que provocaría el caos en la Convención Demócrata.
El influyente representante demócrata Jim Clyburn, de Carolina del Sur, por su parte, propuso la idea de una “mini primaria” antes de la Convención para escoger entre varios posibles candidatos.
La Convención del Partido será la encargada de aprobar por mayoría el dúo de candidatos para presidente y su vice. Si por razones extraordinarias Biden renuncia a su candidatura, deberá también liberar a sus delegados de su compromiso a la hora de votar.
Aunque las convenciones nacionales de los partidos en Estados Unidos la mayoría de las veces son eventos ceremoniales, esta sería de las que denominan convención impugnada o abierta (brokered convention), sin que deje de ser un evento bastante orquestado.
Es un mundo lo que puede ocurrir en ese lapso. Además, en definitiva, el electorado demócrata y buena parte de los votantes independientes deben verse compelidos a movilizarse hacia las urnas y votar por su candidato impulsados por el temor de una victoria de Trump.