Existen fantasías infantiles que sobreviven en nuestros corazones hasta la edad adulta, y una de las más comunes es la de rodar por las carreteras con un coche de carreras. Aunque esta fantasía puede materializarse en un rallye local, hay ciertas regulaciones de seguridad y emisiones que deben cumplirse, y éstas pueden variar según el país y la región. Por lo tanto, surge la pregunta: ¿Es posible conducir un coche de carreras en la calle? La respuesta es que, en algunos casos, sí es posible.
No es un desafío considerable llevar a la calle coches de Grupo N o Grupo A con escasa preparación, ya que estos vehículos son bastante similares a los coches de calle, aunque con algunas modificaciones. En el caso de los coches de rallyes, literalmente deben circular por carreteras convencionales, incluyendo los Rally2 y Rally1 del Mundial de Rallyes, los anteriores World Rally Car, e incluso los Grupo B, de los cuales se fabricaron versiones de calle para su homologación. Sin embargo, es importante tener en cuenta la normativa, incluyendo la de contaminación acústica.
Pero antes de decidirse a dar el paso, hay que considerar si realmente se quiere hacerlo. Al eliminar el aislamiento sonoro del motor, el ruido en el interior del vehículo es tan alto que los pilotos y copilotos deben comunicarse a través de un interfono, ya que no es posible mantener una conversación normal. Además, generalmente no hay aire acondicionado ni ninguna de las comodidades que se encuentran en los coches actuales. La rigidez de las suspensiones puede hacer que la conducción en carreteras bacheadas resulte incómoda, y podría acelerar la necesidad de una visita al fisioterapeuta.
Los motores y el sistema de refrigeración de los coches de carreras están diseñados para funcionar de manera óptima en condiciones de carrera. Si se conducen a baja velocidad, puede que no reciban suficiente aire y surjan problemas de sobrecalentamiento. Aunque los motores de carreras puedan ser de la misma familia que los motores de calle, tienen un propósito y un uso específicos.
La cuestión se complica aún más si se consideran las cajas de cambio de competición y los dientes de sus engranajes. Además, el acceso al habitáculo puede ser complicado debido a su tamaño reducido y a la necesidad de sortear la jaula de seguridad cada vez que se entra y sale del coche.
Otra complicación a tener en cuenta es el coste. La gasolina de carreras, para la que están diseñados estos motores, tiene un precio de alrededor de 5,5 euros el litro. Esto significa que llenar un depósito de 60 litros costaría 330 euros. Además, el coste de los frenos, los neumáticos, el mantenimiento del motor y otros elementos que deben cambiarse cada cierto número de kilómetros pueden sumar una cantidad considerable.
A pesar de estas complicaciones, hay entusiastas de los coches que deciden dar el paso y convertir su coche de carreras en un coche matriculado. Un caso famoso es el del Conde Rossi, quien convirtió su Porsche 917 en un coche de calle. También se han visto otros ejemplos de coches de resistencia convertidos en coches de calle, como el Porsche 962.
Si estás pensando en adquirir un coche de carreras barato para convertirlo en un coche de calle, es importante tener en cuenta el desgaste y los posibles daños ocultos que el vehículo pueda tener. Reparar estos desperfectos puede ser costoso y podría resultar en una inversión mayor de la que se esperaba inicialmente. En general, es aconsejable utilizar los coches de calle para circular por la calle y los coches de carreras para participar en carreras.