La realidad económica de Cuba es cada vez más inquietante. El país se encuentra en lo que las propias autoridades han calificado como una “economía de guerra”. Esta expresión evoca un escenario de escasez, salarios insuficientes y precios desorbitados, muy similar al de un país en plena contienda bélica. Sin embargo, esta descripción no ha sorprendido a la población que, durante años, ha lidiado con las penurias de esta situación.
El reconocimiento de la «economía de guerra» por parte del gobierno ha provocado diversas reacciones entre los ciudadanos. Mientras algunos consideran el anuncio «efectista», otros se muestran escépticos o incluso se burlan de la situación. Entre ellos, destaca la reacción del popular actor cubano Ulises Toirac, quien expresó en redes sociales su hartazgo ante la escasez de alimentos y la inflación.
El término “economía de guerra” fue utilizado por el Gobierno cubano durante una reunión del Consejo de Ministros, en la que se anunciaron nuevas medidas para “reimpulsar la economía durante 2024″. Para los cubanos, que llevan años sufriendo una crisis económica que comenzó en los años noventa tras la caída de la Unión Soviética, este nuevo término representa un cambio de nombre más que una alteración en su realidad diaria.
Ricardo Torres, exinvestigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana y profesor en la American University de Washington, considera que el término está siendo usado para justificar los ajustes impopulares que el Gobierno necesita implementar, como los recortes de gastos y el aumento de los impuestos. Además, Torres cree que el término también se refiere a la crisis económica y al “asedio” internacional que sufre la nación caribeña.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, ya había utilizado la expresión “economía de guerra” a finales de 2023 para describir la situación económica del país, atribuyendo la crisis al embargo económico impuesto por Estados Unidos. Este embargo ha sido a menudo citado por el Gobierno cubano como la causa de las constantes crisis que han llevado al país a la pobreza.
Omar Everleny Pérez Villanueva, exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, considera que el uso de este término puede resultar contraproducente. Según él, la etiqueta de “economía de guerra” podría incentivar aún más la emigración cubana y disuadir a los posibles inversores extranjeros.
Las nuevas medidas anunciadas por el Gobierno cubano incluyen recortes presupuestarios, control de precios en los sectores estatal y privado, establecimiento de una política de precios únicos y la centralización de algunas decisiones económicas. Estas medidas podrían afectar a las Mipymes, pequeñas y medianas empresas que fueron aprobadas en 2021 cuando el Gobierno se vio obligado a abrir el sector privado para enfrentar la crisis económica.
En este contexto, Torres afirma que estas medidas buscan un mayor control del Estado en la economía del país. Según él, el Gobierno teme a un sector privado grande y autónomo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de él sin hundir aún más la economía.
Los economistas advierten que la crisis que vive Cuba desde 2019 supera con creces la vivida durante el llamado Periodo Especial, la dura crisis que comenzó con el colapso de la Unión Soviética. En 2023, el país cerró con una inflación del 30% y una economía contraída al 2%. Además, la moneda cubana se depreció más del 50% frente al dólar y al euro en el mercado informal.
Para Torres, esta crisis es peor que la de los noventa por varias razones. Asegura que, a diferencia de la crisis de los noventa, que sucedió después de una década de relativa prosperidad, la actual crisis llega después de casi tres décadas de estancamiento y creciente desigualdad. En su opinión, esta crisis afecta desproporcionadamente a una parte de la población que ya estaba en desventaja.
Los expertos coinciden en que la única solución a la escasez crónica que vive el país es eliminar los obstáculos que frenan la producción manufacturera y agrícola. Además, urgen al gobierno cubano a ser competitivo con el sector privado, no desde posiciones de poder o control, sino ofreciendo productos a mejor precio.