En la era digital en la que vivimos, se hace cada vez más evidente la dependencia que tenemos de la tecnología. Este es el tema central del artículo de hoy, escrito por Frei Betto, un fraile dominico y teólogo de la liberación, autor de 60 libros y elegido Intelectual del Año en 1986 por la Unión Brasileña de Escritores.
Betto inicia su escrito haciendo referencia a sus experiencias juveniles, marcadas por la militancia estudiantil y la lectura de autores como Monteiro Lobato y Jorge Amado. En aquellos tiempos, la televisión no era su principal medio de entretenimiento, optaba por las reuniones con amigos, discutiendo temas como el Cinema Novo, la bossa nova o las obras de Jean Paul Sartre.
El autor admite que Internet es una ventana al mundo y la historia, incluso llega a parafrasear que Google es su pastor y ninguna información le faltará. Sin embargo, expresa su preocupación por la falta de síntesis cognitiva en los jóvenes de hoy. Al estar frente a la computadora o el celular, se encuentran ante una avalancha de informaciones e imágenes, sin tener claridad acerca de lo que realmente les interesa. Esto les impide transformar la información en conocimiento y el entretenimiento en cultura.
Betto advierte sobre el riesgo de perder tiempo en sitios de conversación insulsa y la amenaza de los pedófilos que se esconden tras perfiles falsos, utilizando la palabrería picante para atraer a los jóvenes. Recomienda hacer un buen uso de Internet, como una herramienta de investigación para profundizar estudios, conocer la biografía de personas que admiran, aprender la historia de su equipo deportivo preferido y disfrutar de la música.
Sin embargo, no se debe descuidar la salud. El uso prolongado de la computadora o el celular puede causar lesiones por esfuerzo repetitivo y favorecer la obesidad. Aconseja cuidar la vista, descansar los ojos periódicamente y no mantener alimentos poco saludables al lado del teclado.
También advierte sobre la contaminación consumista que alimenta la máquina de Internet a través de la publicidad. Y exhorta a no dejarse esclavizar por la tecnología, a no permitir que estas herramientas roben su tiempo de descanso, de lectura de un buen libro, de convivencia con la familia y amigos.
Betto enfatiza que, a pesar de que una máquina puede contener miles de informaciones, nunca será más inteligente que el ser humano. Son programadas por personas para desempeñar tareas específicas, pero no tienen la capacidad de deleitarse con las experiencias humanas.
Finalmente, el autor alerta sobre los peligros del onanismo electrónico, un estado en el que se prefiere la interacción con las máquinas a las personas, convirtiéndose en un refugio de la aversión a la sociabilidad. Este comportamiento puede ser un indicativo de un problema de autoestima y sugiere buscar ayuda médica si se presenta.