Santiago, 5 de Julio de 2024 – Escrito por Hugo Guzmán
En la retina de nuestra nación permanecen grabados los 40,175 casos de ejecutados, desaparecidos, torturados y presos políticos que marcaron una dolorosa etapa de la historia de Chile durante la dictadura. De esa cifra, 3,216 personas fueron asesinadas o desaparecidas, una tragedia que insiste en mantenerse en la memoria colectiva nacional a pesar de los fuertes debates y controversias que la rodean. En particular, la discusión sobre el cierre del centro penitenciario Punta Peuco y la creación de un nuevo Sitio de Memoria en la antigua casa de tortura conocida como la «Venda Sexi«.
Recientemente, el Gobierno ha confirmado que Punta Peuco, el centro de detención que ha albergado a 130 exuniformados procesados y condenados por delitos de lesa humanidad, no cerrará ni cambiará sus funciones. Este lugar, ubicado en Til Til, es un recordatorio físico de las atrocidades cometidas durante los 17 años de dictadura. Paralelamente, se ha anunciado la expropiación de la «Venda Sexi», que pasará a ser un Sitio de Memoria a cargo del colectivo Casa Irán 3037.
Sin embargo, estos Sitios de Memoria han denunciado la falta de presupuesto para su existencia y desarrollo, y un cierto abandono por parte del Estado. Mientras tanto, continúa en marcha el Plan de Búsqueda, destinado a esclarecer el paradero de los 1,093 chilenos desaparecidos a manos de miembros de las Fuerzas Armadas, Carabineros y Policía de Investigaciones.
Entre las víctimas de la dictadura, se cuentan más de un centenar de niñas, niños y adolescentes. Un estudio señala que, durante los 17 años del régimen dictatorial, se asesinó o desapareció a 195 personas al año, o 16 personas al mes. Los perpetradores de estos crímenes fueron oficiales, suboficiales y funcionarios de las Fuerzas Armadas, Carabineros y Policía de Investigaciones.
En medio de estos episodios y cifras, resalta la persistencia de quienes se esfuerzan por mantener viva la memoria, demandar justicia, buscar la verdad y recordar a las víctimas. Sin embargo, también se hacen presentes las voces que buscan oscurecer los hechos, alimentar la ambigüedad, el olvido y la mentira. Es por ello que la cifra de 40,175 víctimas se mantiene como un sello imborrable en la historia de Chile, un recordatorio constante de una realidad desgarradora.
A pesar de los esfuerzos por borrar esa cifra, por ejecutarla, desaparecerla y encerrarla en el olvido, la sociedad chilena tiene el desafío de mantener viva la memoria y recordar estas violaciones a los derechos humanos. Solo así podremos definirnos como una sociedad digna y humana.