El líder laborista, Keir Starmer, ha marcado un hito en la historia británica al tomar las riendas del gobierno tras una victoria aplastante en las elecciones generales. En su primer discurso desde su nuevo despacho en Downing Street, Starmer proclamó que el cambio comienza «inmediatamente». Este es un momento significativo para el Partido Laborista, que ha logrado una supermayoría de 412 escaños frente a los 121 obtenidos por el Partido Conservador, liderado por Rishi Sunak.
Starmer se presentó ante el público como el primer ministro de «la estabilidad y la moderación». Esta afirmación se produjo poco después de aceptar la formación del nuevo gobierno tras una reunión con el rey Carlos en el Palacio de Buckingham. Desde el primer momento, ha hecho un llamado a los británicos para que se unan a él «con respeto y humildad en la misión de renovación nacional». Prometió que siempre pondrá al país por delante del partido.
En su discurso, Starmer hizo eco de su intención de luchar hasta que los ciudadanos vuelvan a creer en lo que el gobierno puede hacer por ellos. En una dirección lineal y sin apenas proclamas políticas, el líder laborista se mostró decidido a reconstruir el país «ladrillo a ladrillo». También se comprometió a mantener unidas las cuatro naciones del Reino Unido frente a los desafíos de un mundo inseguro.
El nuevo primer ministro británico hizo hincapié en la palabra «servicio al público» como su definición de gobierno. Reiteró su propósito de ganar la «confianza» de los británicos, tanto de los que votaron como de los que no votaron laborista. Su gabinete, advirtió, no seguirá ninguna «doctrina» específica.
Starmer recordó el cambio por el que ha pasado el Partido Laborista en sus cuatro años de liderazgo como ejemplo de lo que se propone hacer como primer ministro. Planea anunciar la formación de su primer gobierno este viernes por la tarde y reunir su primer gabinete el sábado. En una referencia apenas velada a los 14 años de gobiernos conservadores, prometió dejar atrás «el espectáculo ruidoso» y poner la política al servicio de los ciudadanos.
El líder laborista advirtió que una de las mayores fortalezas de la nación británica siempre ha sido su habilidad para encontrar el camino hacia aguas más tranquilas. Enfatizó que este cambio de rumbo depende en gran medida de los políticos, en particular de aquellos que, como él, defienden la estabilidad y la moderación. Este cambio, afirmó, es un «rayo de esperanza».
Starmer concluyó su discurso con un llamado a avanzar. Aseguró que la falta de confianza solo puede ser sanada con acciones, no con palabras. Su despedida se produjo bajo la amenaza de lluvia en la puerta del número 10 de Downing Street, un escenario que también presenció la despedida de Rishi Sunak. A pesar de las condiciones meteorológicas, el nuevo líder laborista se mostró optimista y decidido a liderar el cambio en el Reino Unido.