El dictamen elaborado recientemente y que ha causado un gran revuelo, modifica la definición de crimen organizado, rediseñando el concepto y proporcionando una perspectiva más clara y precisa. En esta nueva concepción, se establece que se considera como organización criminal a todo grupo con una estructura compleja desarrollada y con mayor capacidad operativa.
Esta definición se dirige a grupos compuestos por tres o más personas con carácter estable, permanente o por tiempo indefinido. Esta característica subraya la naturaleza a largo plazo de estas organizaciones, lo que significa que no son simplemente colectivos temporales o ad hoc, sino estructuras más o menos permanentes y estables.
Además, según el dictamen, estas personas deben actuar de manera concertada o coordinada, y no simplemente como individuos aislados. Esto implica que las acciones de una organización criminal no son simplemente la suma de los actos individuales de sus miembros, sino que son el resultado de una estrategia coordinada y planificada.
Los miembros de la organización criminal se reparten diversas tareas o funciones correlacionadas entre sí, lo que implica que cada miembro tiene un papel específico dentro de la organización y que todos los roles están interrelacionados. Esta interrelación de roles es esencial para el funcionamiento de la organización y para la realización de sus actividades delictivas.
El dictamen también especifica que la organización criminal debe estar involucrada en la comisión de delitos sancionados con pena privativa de libertad mayor de seis años. Esto significa que la organización criminal no se dedica a delitos menores o infracciones, sino a delitos graves que implican penas de prisión significativas.
El objetivo final de la organización criminal, según el dictamen, es obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico. Este beneficio económico puede ser obtenido de varias formas, incluyendo el tráfico de drogas, el robo, el fraude, la extorsión, entre otros. El beneficio económico es, por lo tanto, el motor que impulsa la actividad delictiva de la organización criminal.
Esta nueva definición de crimen organizado tiene varias implicaciones. En primer lugar, proporciona un marco más claro para la identificación y persecución de las organizaciones criminales. En segundo lugar, pone de manifiesto la complejidad y la sofisticación de las organizaciones criminales, lo que exige una respuesta igualmente compleja y sofisticada por parte de las autoridades. En tercer lugar, subraya la importancia de atacar el beneficio económico de las organizaciones criminales como una forma de desmantelarlas.
En conclusión, el nuevo dictamen sobre crimen organizado proporciona una definición más precisa y detallada de lo que constituye una organización criminal. Esto tiene implicaciones significativas para la forma en que se aborda el crimen organizado, y subraya la necesidad de una respuesta estratégica y coordinada para combatirlo.
En resumen, el dictamen redefine el crimen organizado como un fenómeno complejo y multifacético, y destaca la necesidad de un enfoque integral y multifacético para combatirlo. Esto incluye no solo la persecución y el castigo de los delitos individuales, sino también el ataque al beneficio económico de las organizaciones criminales y la desarticulación de sus estructuras.
El crimen organizado es un problema grave y persistente en muchas partes de Sudamérica y el nuevo dictamen proporciona una herramienta importante para combatirlo. Sin embargo, es importante recordar que el crimen organizado no puede ser abordado únicamente a través de medidas legales y punitivas. También se necesita un enfoque integral que aborde las causas subyacentes del crimen organizado, incluyendo la desigualdad económica y social, la corrupción y la falta de oportunidades económicas.