Rishi Sunak, nacido en 1980 en Southampton, pasó de ser un banquero a convertirse en un político. Llegó al poder con la misión de aplacar la tormenta financiera y política causada por su predecesora Liz Truss tras solo 45 días en Downing Street. Prometió estabilidad, y justo cuando parecía estar lográndolo, con la inflación reducida al 2%, convocó repentinamente elecciones para el verano, un movimiento audaz al estilo Macron.
La decisión de Sunak de convocar elecciones fue un desafío directo a su estratega, el australiano Isaac Levido, que había diseñado la victoria electoral de Boris Johnson en 2019. Levido había recomendado posponer las elecciones hasta el otoño, para que los británicos pudieran apreciar los beneficios de la mejora económica. No obstante, Sunak ignoró este consejo, una decisión que ha tenido repercusiones en su popularidad según las encuestas.
La campaña del líder conservador ha estado marcada por la improvisación y los fiascos, entre ellos su sonada despedida a la francesa del aniversario del Día D y el escándalo de las apuestas electorales, que acabó convirtiéndose en su propio Partygate. Además, Sunak ha ejercido como el quinto jinete del caos de los tories, que han seguido con sus luchas internas hasta la línea de meta. A este revuelo interno se ha sumado la amenaza externa de Nigel Farage y Reform UK, que podrían acelerar la caída de Sunak.
Sin embargo, Sunak ha seguido lanzando balones fuera, asegurando que su plan está funcionando tras un año y medio en el poder, prometiendo un recorte de impuestos e infundiendo miedo en todos los flancos, desde la seguridad hasta los bolsillos, a una supermayoría laborista.
Sunak, de origen indio, hizo historia al convertirse en el primer premier de una minoría étnica en octubre de 2022. Poco después, junto a su esposa Akshata Murty (hija del fundador de Infosys Narayana Murty), se colocó en la famosa lista de The Sunday Times con una fortuna estimada en 850 millones de euros, superando al Rey Carlos III en riqueza (sin contar los palacios).
La falta de contacto con el británico medio ha sido uno de los puntos débiles de Sunak. Sus frecuentes viajes en helicóptero y la construcción de una piscina de invierno en su mansión de North Yorkshire durante la crisis del coste de la vida hicieron mella en su relación con los votantes. A pesar de sus esfuerzos por convertirse en un animal de campaña al estilo Boris Johnson, Sunak ha tenido dificultades para superar esta barrera.
Fue Johnson quien propició el ascenso de Sunak como secretario del Tesoro antes de cumplir los 40 años, respaldado por su impresionante currículum como estudiante Fulbright en Stanford (tras pasar por Oxford) y banquero de Goldman Sachs. Sunak fue el miembro del gabinete Johnson que mejor salió parado de la pandemia. Su dimisión tras el Partygate precipitó la caída de su mentor y le abrió las puertas a la carrera por el liderazgo tory.
El combate contra la inflación y la inmigración ilegal (con el controvertido plan Ruanda) fueron las dos prioridades de Sunak. Logró la primera durante la campaña, pero la segunda sigue abierta con un nuevo récord de 12.600 travesías en la primera mitad de 2024.
Sunak podría haber programado las elecciones para octubre o noviembre, como era su intención inicial, para capitalizar los beneficios económicos y defender más crediblemente su expediente. Sin embargo, decidió correr el riesgo de un desalojo prematuro de Downing Street, sin siquiera esperar a cumplir dos años en el cargo. Ahora, las apuestas se centran en su posible exilio a California este verano, siguiendo los pasos de Harry y Meghan.