El lunes pasado, Steve Bannon, estratega, confidente, asesor y amigo del ex presidente Donald Trump, fue encarcelado en una prisión de Connecticut para cumplir una sentencia de cuatro meses por desacato. Bannon, quien se ha caracterizado por su pericia en propaganda, desinformación y campañas de comunicación, se negó repetidamente a acudir a una citación del Congreso de EEUU en el marco de la investigación del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Además, se le acusa de no entregar documentos sobre su papel en la estrategia de Trump para no aceptar la derrota electoral.
El asesor político, que también ha sido una figura clave en el ascenso y la consolidación no solo de Trump, sino del movimiento Alt Right —que agrupa a decenas de millones de ciudadanos—, ha expresado que se siente «orgulloso» de cumplir su condena. A pesar de su retórica y de presentarse como una prueba de que los demócratas persiguen la disidencia, Bannon intentó evitar su encarcelamiento hasta el último momento. El viernes, el Tribunal Supremo denegó su último intento de aplazamiento de la sentencia mientras apelaba el veredicto de un jurado que le declaró culpable.
El imperio mediático digital de Bannon ha desempeñado un papel crucial en la comprensión del mundo de Trump y su entorno. A pesar de que su poder no es el mismo que hace ocho años, cuando ocupaba un puesto en la campaña y luego en la Casa Blanca, Bannon cree que su influencia es ahora mucho mayor. Sigue en contacto regular con Trump y le aconseja en diversos temas, como el debate reciente en el que Trump se impuso a Biden.
En estos meses, se espera que se escuchen charlas grabadas con el ex alcalde de Nueva York y abogado de Trump, Rudolph Giuliani, y su hijo. Con ex altos cargos de la Administración Trump, como Pete Navarro, ex responsable de comercio que está cumpliendo a su vez una sentencia similar, o Jeffrey Clark, que estuvo en el Departamento de Justicia y a quien el ex presidente intentó colocar en un puesto clave para su estrategia para no aceptar la derrota electoral.
Aunque la prisión federal de Danbury es una prisión de baja seguridad, las comunicaciones de Bannon serán muy limitadas. Los medios locales informan que solo podrá hablar por teléfono 320 minutos al mes y no más de 15 minutos cada vez. Los reclusos no tienen acceso a Internet y solo pueden enviar correos electrónicos y mensajes de texto a destinatarios autorizados y mediante un sistema supervisado por los funcionarios de prisiones.
Bannon ha expresado que dedicará su tiempo a leer, pensar y preparar la campaña electoral. Además, pidió a sus muchos seguidores que no le envíen cartas, ya que necesita concentrarse «24/7 en ganar». En una conversación reciente, Bannon advirtió que cuando Trump regrese a la Casa Blanca, muchos funcionarios de Inteligencia y del Departamento de Justicia, además de figuras militares, deberían prepararse porque serán investigados.