A finales de los años ochenta, una batalla tecnológica estaba en marcha entre los fabricantes japoneses de automóviles. Cada fabricante avanzaba en una dirección única, impulsado por una economía japonesa fuerte, que desafortunadamente estaba a punto de llegar a su fin. Los automóviles se estaban volviendo cada vez más sofisticados y rápidos, lo que despertó preocupaciones de seguridad. Para prevenir problemas de seguridad y una escalada de costos, los fabricantes tomaron la decisión de hacer un acuerdo de caballeros, que marcó el inicio de una era dorada para el mercado japonés de automóviles nacionales, también conocido como JDM.
Durante este período, los fabricantes japoneses acordaron que no producirían coches con más de 276 caballos de fuerza. Esto se debió en parte a un aumento notable en la mortalidad por accidentes de tráfico en Japón. Para abordar esta preocupación, el gobierno japonés tomó medidas para prohibir los coches que pudieran superar los 180 kilómetros por hora. Este límite de velocidad también se aplicó a los fabricantes europeos que querían vender sus coches en Japón, aunque muchos de esos coches podían superar fácilmente los 210 kilómetros por hora.
Dadas las restricciones de potencia, los fabricantes centraron sus esfuerzos de investigación y desarrollo en otras áreas como la eficiencia, la fiabilidad y la tecnología. Esta decisión fue influenciada en parte por las características únicas de Japón, como un límite de velocidad de 120 kilómetros por hora y carreteras sinuosas y montañosas.
El resultado de esta era fue una serie de avances en la tecnología automotriz. A principios de los años noventa, Honda presentó su NSX, Nissan su Skyline GT-R R32 y Mitsubishi el 3000GT. Toyota renovó su Supra A70 con un sucesor más musculoso, el Supra A80, y Mazda presentó su RX-7 rediseñado. Subaru compitió con Mitsubishi con su Impreza WRX STi, diseñado con los rallyes en mente.
Cada uno de estos coches tenía sus propias novedades o ventajas tecnológicas. Honda, por ejemplo, desarrolló su sistema VTEC de válvulas de tiempo variable, que revolucionó la eficiencia y el refinamiento del motor. Nissan, por su parte, introdujo el sistema ATTESA-ETS, su tracción total con distribución de par electrónico. Mitsubishi incorporó aerodinámica activa y dirección a las cuatro ruedas, mientras que Mazda perfeccionó el motor rotativo. Toyota creó un motor increíblemente resistente, el 2JZ, capaz de soportar modificaciones que superaban los 1.000 caballos.
A pesar del acuerdo de caballeros, es difícil creer que ninguno de estos coches superara la potencia oficial de 276 caballos. Es especialmente difícil de creer en el caso de coches con turbos, como los Skyline GT-R o el Supra RZ. No obstante, este acuerdo de caballeros dio lugar a una era dorada para los amantes del JDM. Esta era dorada fue una combinación de avances tecnológicos y restricciones de potencia que dieron lugar a coches que eran tanto seguros como emocionantes de conducir. En resumen, la era dorada del JDM fue un momento en el que la seguridad, la tecnología y la emoción se unieron para crear coches que todavía son reverenciados hoy en día.