Jordan Bardella, líder del Reagrupamiento Nacional (RN), podría convertirse en el nuevo primer ministro de Francia en una semana. Este acontecimiento marcaría un hito histórico al llevar a la extrema derecha euroescéptica y antiinmigrantes al poder de manera democrática por primera vez en el país que se enorgullece de ser la cuna de los derechos humanos.
En caso de confirmarse la ventaja obtenida en la primera vuelta de las elecciones en la segunda y definitiva vuelta el 7 de julio, Bardella habría adelantado en casi tres años el proyecto de su partido para conquistar el poder en las presidenciales de 2027. Este sería otro acelerón en la fulgurante carrera de un joven que entró en el RN a los 16 años, fue portavoz del partido a los 22, cabeza de lista de las europeas y eurodiputado más joven de Francia a los 23, y presidente de la formación desde los 26.
De lograr encabezar el primer Gobierno de cohabitación de la extrema derecha, a los 28 años Bardella sumaría un nuevo hito a su carrera. Sería el primer ministro más joven de la V República y le arrebataría no solo el trabajo, sino también ese récord de juventud al jefe de Gobierno saliente y candidato macronista, Gabriel Attal, de 35 años.
El buen resultado de la primera vuelta de las legislativas es, en gran medida, el fruto de la llamada desdemonización del RN que emprendió Marine Le Pen hace más de una década. Pero el éxito es también mérito de Bardella, quien da el impulso definitivo a ese proceso de normalización de un partido que hasta ahora había sido rechazado por amplios sectores de la población y del establishment francés.
Durante las dos semanas de campaña electoral, Bardella ha sido una constante en los platós de televisión, ha interactuado con la patronal Medef y ha visitado centros de influencia y poder como Eurosatory, una de las principales ferias de armamento del mundo. En todas estas apariciones, el joven político ha mostrado una imagen pulcra y de credibilidad que representa el nuevo rostro del RN.
La presencia de Bardella en Eurosatory no es un detalle menor. La fama prorrusa del RN, alimentada por el encuentro de Le Pen con el presidente Vladímir Putin durante la campaña presidencial de 2017 y el financiamiento de su partido con créditos rusos y húngaros, ha sido un lastre para la formación. Bardella ha tratado de calmar, sin lograrlo del todo, la inquietud internacional ante propuestas de su partido para que Francia abandone el mando integrado de la OTAN, el núcleo duro de la Alianza Atlántica.
Otro de los objetivos clave del RN es el voto joven y Bardella «está ahí para eso». De hecho, el periodista Pierre-Stéphane Fort, autor de una exhaustiva biografía del político, lo describe como un «influencer político». Una de las claves del éxito de Bardella ha sido su presencia en redes sociales como TikTok, donde suma más de 1,7 millones de seguidores y donde sus mensajes electorales a veces rozan los cinco millones de visualizaciones.
En las elecciones europeas que desencadenaron los comicios legislativos, el RN obtuvo el 32% del voto de los jóvenes de entre 18 y 34 años. En contraste, la izquierda radical de Francia Insumisa solo obtuvo el 20% de estos sufragios.
Bardella, un chico de banlieue que abandonó los estudios universitarios y solo tiene el diploma de bachillerato, ha recibido su educación básicamente durante su escalada por los rangos del RN. A pesar de su juventud, ha logrado ascender rápidamente en el partido, que cuando se adhirió a él todavía llevaba el nombre original de Frente Nacional que Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, le dio cuando lo fundó en 1972 junto a veteranos de la guerra de Argelia y viejos colaboracionistas nazis.
El lavado de cara que emprendió Marine Le Pen cuando tomó las riendas de la formación en 2011 ha implicado deshacerse de esas figuras incómodas, especialmente su padre, expulsado en 2015. Continuó en 2018 con el cambio de nombre a RN, deshaciéndose así también de una marca asociada a un pasado oscuro —filonazi, antisemita, racista— del que asegura haberse desligado ahora. Aunque sus críticos aseguran que no es más que una capa de barniz tras la cual siguen presentes y muy activos muchos de los antiguos cargos del FN, pese a la cara fresca de Bardella.