En el mundo actual, cada vez más consciente de la importancia de la sostenibilidad, el sector de la salud no puede quedarse atrás. Más allá de su importante misión de preservar la vida y mejorar el bienestar humano, los sistemas de salud también deben ser conscientes de su impacto en el medio ambiente. Al respecto, el Prof. José Antonio Rodríguez Montes, académico de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), catedrático emérito de Cirugía de la Universidad Autónoma de Madrid y exjefe del servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario La Paz de Madrid, brindó una interesante perspectiva durante una sesión científica sobre El impacto de la cirugía en el medioambiente.
El Prof. Rodríguez Montes explicó que un hospital, dependiendo de las áreas donde se ejecute la actividad, generará residuos de impacto medioambiental diferente. No obstante, el objetivo no es reducir la actividad hospitalaria, sino gestionar mejor sus residuos y costes. En su análisis, detalló que el tratamiento de los pacientes en un hospital genera desechos que pueden afectar a la salud humana y al medioambiente. Por ejemplo, un hospital con 100 camas produce cada día una media de entre 1,5 y 3 kg de residuos por cama.
Desglosando estos datos, entre el 75% y el 90% de los residuos hospitalarios son similares a los comunes; entre el 10% y 25% se catalogan como biológicos y el 5% se consideran peligrosos, dada su naturaleza patógena. “Los quirófanos generan entre el 20 y el 35% de todos los residuos hospitalarios y pueden consumir hasta seis veces más energía que el resto del hospital”, asegura el Prof. Rodríguez Montes.
Pero esto no implica que haya que reducir la actividad quirúrgica. Al contrario, “La prestación de servicios quirúrgicos es básica para lograr muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la Organización Mundial de la Salud”, señala este académico. De hecho, además de los 313 millones de cirugías anuales que se realizan en el mundo, se necesitarían 163 millones más de operaciones anuales, ya que en los países más pobres solo se realiza el 6% de los procedimientos quirúrgicos.
No obstante, las cifras son llamativas: entre el 5 y el 33% del total de los residuos biológicos que se envían a incineración se generan en el quirófano, y aunque el 75 – 90% de los residuos hospitalarios pueden catalogarse como comunes, el 18% de los accidentes con riesgo biológico provienen del quirófano. “La cantidad de residuos y su manejo también dependen del conocimiento y la sensibilidad del personal de quirófano”, sostiene el Prof. Rodríguez Montes.
Otro ejemplo es el caso de la electrocirugía, que se aplica en el 85% de las intervenciones. “Estudios internacionales han demostrado que la ablación de un gramo de tejido equivale al humo de seis cigarrillos y que un día de exposición en un quirófano equivale a fumar 27 cigarrillos”, reconoce el académico.
En general, se utilizan más de 50 tipos de artículos de plástico en el quirófano, más la envoltura que llevan para preservar su esterilidad. “Por cada paciente que recibe anestesia se puede generar más de un kilo de residuos plásticos. La anestesia general produce casi tres veces más desechos plásticos por procedimiento que la sedación o anestesia local, incluyendo jeringas, vías de infusión, tubos de aspiración y envoltorios”, indica. Sin embargo, el Prof. Rodríguez Montes también señala que se estima que hasta el 60% del plástico utilizado para la anestesia en cirugía podría reciclarse.
Los hidrofluorocarbonos (HFC) como el sevoflurano y el desflurano se han convertido en los anestésicos inhalatorios de elección en la mayoría de los países debido a su seguridad y propiedades farmacocinéticas. Sin embargo, estos gases anestésicos son los responsables de una liberación equivalente a 3 millones de toneladas de CO2, afectando al calentamiento del planeta, ya que la emisión global de HFC aumentó un 128% entre 1990 y 2005, y se prevé que aumente un 336% para 2030.
Entonces, ¿cuáles serían las mejores prácticas para gestionar los residuos hospitalarios de una manera sostenible? El Prof. Rodríguez Montes sugiere la implementación de nuevos planes de gestión de residuos, la instrucción y formación del personal al respecto, la correcta separación de los residuos en función de su naturaleza y el uso de tecnologías adecuadas.
El académico de la RANME apuesta por la aplicación de la regla de las 3R: reducir, reciclar y reutilizar. Señala que es clave la creación de una dinámica eficaz de trabajo en relación con el reciclaje; el papel clave de la enfermería en el liderazgo del reciclaje en quirófano; la reducción del impacto ecológico y energético del área quirúrgica mediante adecuaciones y equipos eficientes; el máximo reciclaje posible del papel, el cartón y de los plásticos generados; la regulación del consumo de agua y de la temperatura, así como el uso de dispositivos médicos reciclados cuando sea posible.
También aboga por el uso de luces LED; la reducción del plástico usado para envolver instrumentos quirúrgicos, cambiándolo por recipientes de acero inoxidable reutilizables y esterilizar el material dentro de ellos; la sustitución del óxido de etileno por peróxido de hidrógeno, esterilizante más limpio y eficiente; la auditoría básica de residuos; cirugía con anestesia y técnicas de menor emisión, cuando sea posible sin merma de la calidad y seguridad del cuidado del paciente; fomentar los circuitos cerrados y evitar los circuitos abiertos en los equipos de anestesia; la reducción de las tasas de flujo de gas fresco en el uso de la anestesia, lo que aporta beneficios clínicos, ahorra costes y reduce la emisión de carbono, así como el uso de filtros de aire siempre que sea posible.
En su opinión, el manejo integral y la eliminación de los residuos hospitalarios no depende solo de los recursos económicos, sino que a veces “la mayor eficiencia radica en la conciencia social y ecológica de todos los implicados: personal sanitario, de mantenimiento y limpieza”.