José Raúl Mulino, el presidente electo de Panamá, hace un movimiento estratégico audaz tres días antes de su toma de posesión en la Ciudad de Panamá. El líder recién elegido se aventura a la selva de Darién, una región notoria por ser el punto de tránsito de miles de emigrantes cada día, en su búsqueda del sueño americano. Mulino no está solo en su viaje, ya que está acompañado por varios miembros de su futuro gabinete ministerial.
Durante su visita, Mulino reveló que el día de su inauguración, firmará un memorándum de entendimiento con el enviado de Washington, Alejandro Mayorkas. El objetivo del acuerdo es la repatriación conjunta de los emigrantes que cruzan la selva de Darién. Este esfuerzo colectivo está destinado a abordar la acumulación de personas en la región.
El presidente electo expresó su consternación al compartir su experiencia en Darién, describiendo la situación como una «crisis humanitaria de dimensiones incalculables«. Mulino atribuyó la crisis a las situaciones internas de los países vecinos y enfatizó la necesidad de un esfuerzo estatal para encontrar una solución rápida.
A pesar de las acciones proactivas de Mulino, Colombia ha expresado su oposición al cierre de la ruta migratoria del Darién. En esta situación, Panamá se encuentra en una posición difícil, ya que anteriormente Mulino había advertido a sus aliados continentales y a las Naciones Unidas que el país carece de los recursos necesarios para manejar la avalancha migratoria del Darién.
La preocupación subyacente detrás de la urgencia de Mulino es la alarmante cantidad de migrantes que han cruzado la selva. Durante los primeros meses del año, la región ha visto a más de 185.000 migrantes cruzarla. La mayoría de estos migrantes son venezolanos (122.616), seguidos por ecuatorianos (12.839) y colombianos (12.059). También se ha observado un número considerable de haitianos y asiáticos en la región.
Mulino también ha denunciado a las mafias que explotan a los emigrantes. La megabanda del Tren de Aragua y Los Lobos de Ecuador han sido identificados como actores clave que utilizan la ruta para llegar a Estados Unidos.
El presidente electo, visiblemente afectado por lo que presenció, compartió su «impresión devastadora» de la situación. Durante su campaña electoral, Mulino, protegido político del populista Ricardo Martinelli, abogó por el cierre total del Darién. Sin embargo, posteriormente matizó sus declaraciones para favorecer las deportaciones masivas. Este cambio de postura y el nuevo enfoque en la cooperación con los Estados Unidos reflejan la complejidad de la crisis y la necesidad de soluciones pragmáticas y humanitarias.