Para entender la magnitud de los riesgos que implica un sismo y su potencial para generar un tsunami, es importante desglosar la información y comprender cada aspecto en profundidad. El director del Instituto Geofísico del Perú (IGP) nos proporciona una perspectiva adecuada: «Todos los sismos que tienen su epicentro en el mar, el Océano Pacífico, frente a la costa, generan tsunami», explica.
Sin embargo, no todos los tsunamis son iguales. Los sismos de menor magnitud, entre 5.0 y 6.0, pueden generar tsunamis, pero su impacto se confunde a menudo con el oleaje normal del océano. Esto no significa que sean inofensivos, sino que su efecto puede pasar desapercibido a simple vista.
Por otro lado, cuando un sismo alcanza magnitudes de 7.0 o superiores, las cosas cambian. En tales circunstancias, se generan olas de tsunami que sí pueden causar daños significativos en la zona costera. En tales casos, es crucial emitir una alerta y realizar un seguimiento oportuno.
Así lo hizo la Dirección de Hidrografía de la Marina de Guerra del Perú, que rápidamente activó la alerta de tsunami después de un reciente sismo. Sin embargo, la alerta fue suspendida minutos más tarde cuando se observó que el comportamiento anómalo del mar no era significativo.
Esto nos lleva a un punto importante: independientemente de si se produce o no un tsunami, es esencial acatar las disposiciones de las autoridades y alejarse de la zona costera. Las alertas de tsunami ofrecen la oportunidad de actuar y prevenir daños mayores.
Además, se debe prestar atención a las anomalías significativas en el mar. Si se observan oleajes mayores, se debe comunicar inmediatamente la “alarma de tsunami”.
Pero, ¿en qué casos un sismo es más destructivo? No solo depende del grado del sacudimiento del suelo, sino también del nivel de soporte de las viviendas. Si una casa no sucumbe al siniestro, esto indica que ha sido bien construida y que la calidad del suelo es la ideal.
Por el contrario, si las viviendas colapsan, esto sugiere que existió un problema en la construcción y en el tipo de suelo, factores que no fueron previstos en su momento. De allí la importancia de las normas de construcción y los estudios de suelos.
Lamentablemente, muchas ciudades como Lima han experimentado un crecimiento rápido basado en invasiones y autoconstrucciones. Esto ha llevado a la población a ubicarse en zonas de alto riesgo, como quebradas, riberas de ríos y laderas de cerros.
Este panorama nos recuerda la importancia de la planificación urbana y del cumplimiento de las normas de construcción. Ambos elementos son esenciales para minimizar los daños potenciales de los sismos y los tsunamis.
Por lo tanto, es crucial que tanto las autoridades como los ciudadanos estén alerta y preparados. Un enfoque proactivo y la adhesión a las directrices de seguridad pueden marcar una gran diferencia en la protección de vidas y propiedades ante estos fenómenos naturales.