El reciente informe de las Cuentas Nacionales de 2013 publicado por el Banco Central ha revelado una leve corrección en las cifras de la actividad económica del país. En lugar de la caída del 0,2% que se había señalado anteriormente basándose en los Imacec mensuales, el nivel de actividad se cifró en +0,2%. El instituto emisor explicó que esta corrección de cuatro décimas se debió principalmente a la incorporación de información no disponible para las estimaciones previas y al proceso de conciliación de los cuadros de oferta y utilización de las Cuentas Nacionales trimestrales.
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha aprovechado esta leve modificación para argumentar que la recesión de la que se habló repetidamente durante 2023, en realidad, no existió. Esta afirmación se hace a pesar de los numerosos indicios negativos proporcionados por las Cuentas Nacionales y de la suposición de su inexistencia cuando no se registran caídas durante dos trimestres consecutivos.
Las cifras del Índice Mensual de Actividad Económica Interna (IMACEI-CENDA), que se actualizan con las cotizaciones previsionales y que sirven como un cuasi-censo de cerca de siete millones de ocupaciones formales, ya habían mostrado signos de recesión. A partir de febrero de 2023, estos índices mostraron caídas mensuales sucesivas en el promedio móvil de doce meses de cotizaciones al día, que representan cerca del 90% del total, y que se agravaron en los últimos tres meses del año. En noviembre y diciembre, se perdieron más de 15 mil empleos cada mes, acumulando una pérdida total de más de 102.000 empleos durante el año.
A pesar de un crecimiento trimestral del 0,4% en el último trimestre de 2023, la demanda interna cayó un 4,2% durante el año y todavía disminuyó un 2,5% en el cuarto trimestre. Para que la demanda interna sea negativa y el producto sea positivo, es necesario que las exportaciones tengan un diferencial positivo en relación a las importaciones, superior al déficit de la demanda interna. Sin embargo, este equilibrio se logró principalmente debido a la caída de la demanda interna, causada sobre todo por la contracción en el consumo de los hogares y de la inversión.
El ingreso nacional bruto disponible real aumentó un 0,8%, lo que incorpora los términos de intercambio, es decir, la relación de precios en los mercados internacionales. Este aumento es consecuencia de la variación mejor de la cotización del petróleo que de la del metal rojo, un fenómeno externo a la economía chilena.
Analizando los factores de origen de las cifras del producto, se observa que las mayores contribuciones al crecimiento del PIB se registraron en EGA (electricidad, gas y aguas), servicios personales y transporte. En contraste, el comercio experimentó una caída significativa, contrayéndose un 3,5% debido a menores ventas, sobre todo en el comercio minorista, como es el caso de los supermercados y las grandes tiendas, debido a la menor capacidad de consumo de la población.
También se registró una disminución en la minería cuprífera, influenciada por las menores leyes en general de los minerales y en el caso de Codelco, por situaciones registradas en el proceso de materialización en la renovación de su estructura productiva.
Por otro lado, la construcción descendió solo un escaso 0,2% en el ejercicio, al compararse con un año anterior, debido al desempeño de actividades especializadas. El Índice Mensual de la Actividad de la Construcción (Imacon) registró en diciembre 25 meses consecutivos en descenso, siendo la segunda mayor caída producida en lapsos mensuales de reducciones interanuales desde que existe esta medición.
En su visión, Marcel afirma que “la economía ha recuperado el punto más alto que tenía en los últimos años. Hoy tenemos un nivel de actividad similar, pero con inflación controlada y una balanza de pagos que ha vuelto a su promedio histórico. Esto es interesante porque hay un economista de apellido compuesto que solo la semana pasada dijo que esto iba a ocurrir el 2026, y resulta que ocurrió en enero de este año”.