Donald Trump y Joe Biden se enfrentarán en un esperado debate presidencial el jueves en los estudios de la CNN en Atlanta, Georgia. Este será su primer encuentro cara a cara desde las elecciones presidenciales de 2020. Ambos candidatos necesitan ganar el apoyo de los votantes moderados e independientes, tarea que se presenta complicada dado el antagonismo mutuo que han demostrado en los últimos años.
En 2020, Trump, el entonces presidente saliente, se negó a recibir a su sucesor en la Casa Blanca, un gesto que evidenció el clima de tensión entre ambos. A su vez, Trump se llevó consigo montañas de documentos clasificados y nunca admitió su derrota electoral.
El debate se celebra en un contexto de calor asfixiante en Atlanta, una ciudad que también alberga un partido de la selección estadounidense de fútbol contra Panamá en la Copa América. Aunque el fútbol europeo no despierta gran entusiasmo en Estados Unidos, las elecciones presidenciales sí atraen la atención de los ciudadanos, a pesar de la impopularidad de ambos candidatos.
En el anterior ciclo electoral, la agresividad de Trump en los debates resultó ser contraproducente. Por ello, el expresidente ha planteado a sus seguidores cómo debería comportarse en este debate. Aunque su base de seguidores pide un enfoque agresivo, Trump es consciente de que necesitará mostrarse razonable y sensato para atraer a los votantes moderados e independientes.
Las reglas del debate, que se celebra sin público y con el micrófono silenciado para quien no tiene la palabra, parecen favorecer a Biden, ya que Trump tiende a interrumpir constantemente. Sin embargo, estas normas podrían beneficiar a Trump al obligarlo a moderar su comportamiento.
Durante su campaña, Trump ha intentado bajar las expectativas sobre Biden, sugiriendo que no podría soportar un debate de 90 minutos o formular dos frases coherentes. Sin embargo, esta estrategia podría jugar en contra de Trump si Biden logra superar estas bajas expectativas.
Es probable que Trump utilice el debate para aprovechar lo que los estadounidenses consideran sus dos principales problemas: la inflación y la inmigración. En este último punto, se espera que Trump adopte una postura extremista, promoviendo mensajes radicales y xenófobos.
Por su parte, Biden buscará demostrar que, a pesar de sus 81 años, está preparado para gobernar la primera potencia del mundo durante otros cuatro años. Para ello, deberá disipar las dudas sobre su agudeza mental y estado físico.
Los demócratas están utilizando el miedo a Trump como estrategia para movilizar a sus votantes, presentándolo como una amenaza para la democracia y un convicto en busca de venganza personal. De hecho, Trump es el primer convicto que participa en un debate presidencial.
El excongresista republicano Adam Kinzinger ha respaldado a Biden en esta campaña, alertando sobre los peligros de un nuevo mandato de Trump. Por su parte, los demócratas también están utilizando el tema del aborto para movilizar a sus votantes, tratando de resaltar las contradicciones de Trump en este asunto.
El debate se llevará a cabo en un estudio sin público, con el logo de la CNN omnipresente. Se espera que la emisión sea la más vista en la historia del canal.
Las encuestas muestran a Trump y Biden como candidatos impopulares. De hecho, si las elecciones se celebraran ahora, Trump sería elegido presidente. Sin embargo, Biden ha comenzado a recuperar terreno y, según el agregador de encuestas FiveThrtyEight, tiene una ventaja de 0,1 puntos en intención de voto.
Ambos candidatos han programado mítines al día siguiente del debate en estados en los que el favorito es el rival. Biden visitará Carolina del Norte y Trump acudirá a Virginia, donde estará acompañado por el gobernador Glenn Youngkin, un posible candidato a vicepresidente republicano.