El culebrón judicial y geopólitico protagonizado por el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, ha llegado a su fin en una remota isla del Pacífico Sur, concluyendo una batalla legal de 14 años que ha dado la vuelta al mundo. El desenlace ha sacudido a las Islas Marianas del Norte, territorio estadounidense situado a más de 9000 kilómetros de la costa oeste del país, interrumpiendo la habitual tranquilidad de la región con una avalancha mediática.
La sentencia se pronunció en la corte federal de Saipán, la capital de este archipiélago conformado por 14 islas. Assange, de 52 años, se declaró culpable de violar la ley de espionaje estadounidense. La jueza Ramona Manglona le pidió al activista australiano que detallara el acuerdo alcanzado con el gobierno de Estados Unidos, por el que recuperaría su libertad y se reuniría con su familia en Australia.
Assange, en su trabajo como periodista, confesó que había alentado a una de sus fuentes a proporcionar información clasificada, admitiendo que esto constituía un delito de espionaje. En la sala, repleta de espectadores y con la presencia del ex primer ministro australiano Kevin Rudd, Assange asumió su culpa.
La jueza Manglona aceptó los términos del acuerdo de culpabilidad y, tomando en cuenta los cerca de cinco años que Assange ya había cumplido en prisión en el Reino Unido, ratificó su libertad. «Podrá salir de esta sala del tribunal como un hombre libre», declaró la magistrada. Tras la audiencia, Assange se dirigió directamente al aeropuerto para tomar un vuelo a Canberra.
Las Islas Marianas del Norte, marcadas por una larga historia de conquistas y guerras, han sido la última parada de esta saga jurídica que ha recorrido Estados Unidos, Australia, Suecia, Reino Unido y Ecuador. Después de 12 años confinado en la embajada ecuatoriana en Londres y en una prisión de máxima seguridad británica, el controvertido rostro de la página web que sacó a la luz documentos clasificados sobre crímenes de guerra del ejército estadounidense en Afganistán y Siria es ahora un hombre libre.
Assange evitó pisar territorio continental de los Estados Unidos y escogió las paradisíacas Islas Marianas del Norte para celebrar la audiencia, debido a su cercanía a Australia. Estas islas, hogar de alrededor de 50,000 personas, han pasado por manos españolas, alemanas y japonesas antes de que la ONU decidiera, tras la Segunda Guerra Mundial, que serían territorio de Estados Unidos.
El explorador Fernando de Magallanes y su tripulación tropezaron con los chamorros, un pueblo de navegantes y pescadores que poblaban estas islas, en 1521. Reclamaron el archipiélago para España en su camino hacia las islas de las Especias (Indonesia). Décadas después, las islas se incorporaron a las Indias Orientales españolas como puesto de avanzada de la colonia filipina y puerto de escala en el comercio de galeones entre Manila y México. En 1668, fueron rebautizadas con su nombre actual en honor a María Ana de Austria, segunda esposa del Rey Felipe IV y madre de Carlos II, entonces reina regente de España.
Después de la derrota española en la guerra hispano-estadounidense de 1898, las Islas Marianas fueron vendidas a Alemania, que administró el territorio hasta perderlo en manos de Japón tras el estallido de la Primera Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial, una de las islas, Tinian, se convirtió en la base de los aviones B-29 que lanzaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Tras el final de la contienda, las Marianas quedaron bajo la supervisión de la ONU y la administración de Washington, aunque no se unieron formalmente a EEUU hasta finales del siglo XX.