En una decisión histórica, el Tribunal Supremo de Israel ha dictaminado el fin de la exención militar para los ultraortodoxos y de subvenciones a las academias talmúdicas en las que estudian los jóvenes jaredes que no se alistan. Este esperado voto unánime de los nueve jueces refleja el consenso en el país contra una desigualdad que para muchos israelíes se ha convertido en insoportable debido a la guerra contra Hamas.
Poco después de la sentencia, la asesora legal y fiscal general, Gali Baharav-Miara, instó al Ministerio de Defensa a reclutar de forma inmediata e inicial a 3.000 estudiantes de Yeshivot más, «de acuerdo a las necesidades y capacidades actuales del Ejército», que se sumarían a los 1.300 ya en servicio.
El sector más religioso de Israel, representado políticamente en dos partidos que forman parte del gobierno de Benjamin Netanyahu, ha reaccionado con gran consternación a lo que perciben como «un ataque al estudio de la Torá en el Estado judío». También muestran preocupación por la orden de cesar las ayudas económicas estimadas en más de 100 millones de euros al año, aunque esperan que este vacío sea llenado a corto y medio plazo con donaciones de comunidades ultraortodoxas de Estados Unidos.
Ante la tendencia crónica de los gobiernos sucesivos de mantener el statu quo para evitar inestabilidades, el Tribunal Supremo ha dicho basta. Veintiséis años después de determinar que la exención generalizada era ilegal, obligando a crear una comisión para legislar al respecto, y tras un año de vacío legal al caducar la última ley de reclutamiento, la máxima instancia judicial israelí alude a la desigualdad pero también al ataque terrorista del 7 de octubre que llevó a la movilización de más de 300.000 reservistas.
«En medio de una dura guerra, el peso de la desigualdad (en el servicio) es más grave que nunca y requiere la promoción de una solución sostenible a esta cuestión», razona la sentencia 23 días después de la última sesión en la corte en Jerusalén a raíz de las apelaciones en el nuevo examen de una de las principales asignaturas pendientes del país.
Después de la fundación del Estado de Israel y todavía bajo el terrible impacto del exterminio de seis millones de judíos a manos de los nazis y sus aliados, David Ben Gurión quiso evitar fracturas internas. Así, en 1949 permitió la exención de 400 dedicados al estudio de la Torá. Sin embargo, hace un año, la cifra llegó a 63.000 de un sector que representa el 13% de los casi 10 millones de habitantes. No todos los exentos dedican sus vidas al estudio talmúdico, lo que aumenta la ira del resto de los ciudadanos que ya no se conforman con un reclutamiento simbólico.
Hoy, la cuestión no es solo ética en un país con servicio militar obligatorio para chicos y chicas (excepto para jaredíes y árabes, que pueden hacerlo de forma voluntaria), sino de «necesidad existencial», como afirmó uno de los jueces. Con 666 soldados muertos y otros 3.866 heridos en ocho meses de guerra, el Ejército advierte que necesita entre 5.000 y 7.000 reclutas más. Hoy, a nivel logístico está preparado para el ingreso inmediato de 3.000 jaredíes más.
«La verdadera solución al problema del reclutamiento no es el fallo que será relevante por un corto período, sino la finalización de la histórica ley de reclutamiento que actualmente se está preparando para una segunda y tercera lectura», reaccionó el Likud, que también insinuó que el Tribunal Supremo desea una crisis del Gobierno.
El futuro político de Netanyahu no depende de los jueces, sino del pragmatismo que muestren sus dos socios ultraortodoxos para que no provoquen la caída del Gobierno a pesar de su enfado y frustración. También de la postura del ala más liberal del Likud, encabezada por el ministro de Defensa, Yoav Gallant. Con o sin nueva ley, Netanyahu intentará encontrar una fórmula a corto plazo que le permita sobrevivir el próximo mes antes de que la Knesset se vaya de vacaciones y mantener la mayoría de 64 diputados ante las exigencias del adelanto electoral de la oposición.
Para los ultraortodoxos, el principal frente es el espiritual, alegando que la supervivencia del Estado judío depende no solo del número de cazas de combate, sino principalmente de los estudiantes de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. El líder jaredí sefardí Arie Deri y el ministro Yitzhak Goldknopf han defendido la importancia de la Torá y las Mitzvot en la existencia del pueblo judío y el Estado de Israel.