El martes pasado, Nairobi, la capital de Kenia, fue escenario de un caos sin precedentes cuando cientos de manifestantes asaltaron la sede del Parlamento y incendiaron una parte del edificio. Este acto de rebelión se produjo en medio de un debate acerca de un proyecto de ley que contempla subir impuestos y crear otros nuevos, una propuesta que ha generado una ola de protestas en todo el país, principalmente impulsada por los jóvenes.
Los manifestantes, al grito de «Ruto debe irse, Ruto debe irse!», en referencia al presidente keniano, William Ruto, lograron entrar al Parlamento a través del Senado, a pesar de la dura respuesta de la Policia. La policía intentó dispersarlos utilizando gases lacrimógenos y cañones de agua, pero finalmente recurrió al uso de municiones reales. Al menos cuatro cuerpos yacían en las afueras del Parlamento, mientras que otros fueron retirados por los propios manifestantes.
Lo que empezó como una protesta pacífica contra las subidas de impuestos en la capital y en otras ciudades del país, escaló hasta convertirse en una batalla campal entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes. No solo el Parlamento fue el blanco de los manifestantes, también otros edificios oficiales en las inmediaciones, como la Oficina del Gobernador de Nairobi, Johnson Sakaja, fueron incendiados.
En el interior del Parlamento, los manifestantes causaron estragos: destrozaron mobiliario, ventanas y banderas, acusando a los políticos de «traidores», después de que 195 diputados votaran, de manera preliminar, a favor del polémico Proyecto de Ley de Finanzas de 2024. Con esta norma, el Gobierno pretende recaudar 2.700 millones de dólares en impuestos adicionales para reducir el déficit presupuestario y el endeudamiento estatal.
Sin embargo, los manifestantes antigubernamentales sostienen que estas medidas fiscales empujan a la población a la pobreza. Las protestas no se limitaron a Nairobi; se extendieron por todo el país, con más de 300 personas detenidas solo en la capital. En total, se produjeron al menos 105 arrestos en todo el país y 200 personas resultaron heridas. Dos manifestantes murieron a raíz de estas protestas.
A diferencia de las protestas antigubernamentales que históricamente ha vivido Kenia, estas manifestaciones han sido convocadas por jóvenes de la llamada generación Z (personas nacidas entre mediados de la década de los noventa del siglo XX y la primera década del siglo XXI). Las protestas se promueven a través de redes sociales como TikTok, y Instagram y suelen tener un tono pacífico.
Este hecho sin precedentes en la historia reciente de Kenia pone de manifiesto la creciente insatisfacción de los jóvenes con el actual Gobierno y su política fiscal. Aunque las protestas comenzaron pacíficamente, la respuesta del Gobierno ha llevado a un escenario de confrontación y violencia. Ahora, Kenia se enfrenta a un desafío sin precedentes, un conflicto que va más allá de una simple protesta contra los impuestos y que pone de manifiesto el creciente descontento y la frustración de su población más joven.