La pasión por los vehículos motorizados a menudo reside en los detalles más pequeños, y para muchos entusiastas auténticos, no hay nada tan emocionante como la adición de cilindros a un motor. Aunque los creadores del motor V16 del nuevo Bugatti admiten que nadie necesita dieciséis, ni siquiera doce cilindros, esta estrategia ofrece un rendimiento impresionante, un sonido envolvente y una sensación única, especialmente si se prescinde de la sobrealimentación por turbo.
Sin embargo, hubo un motor que podría haber cambiado todo, el motor que nos ocupa hoy. Este fue un motor que, de haber sido producido, podría haber cambiado la historia moderna de Cadillac. Este enorme motor tenía un desplazamiento de 13,6 litros – 13.584 centímetros cúbicos para ser más exactos. Tenía la capacidad de funcionar con sus dieciséis cilindros, pero también con doce, ocho, o incluso solo con cuatro de sus cilindros. Con 16 cilindros, 32 válvulas, y una potencia que se estimaba en al menos 1.000 CV.
El Cadillac Sixteen es el automóvil que presentó este motor al mundo. Fue presentado en 2003 y fue una berlina de lujo de cuatro puertas con un diseño llamativo, deportivo y, sobre todo, lujoso. El presentador de televisión James May señaló acertadamente que este coche tenía todo lo que un verdadero Cadillac debería tener.
Lo que realmente captó la atención fue lo que se encontraba bajo su capó, que se abría en dos piezas como las alas de una mariposa. En su interior había un enorme motor de dieciséis cilindros y un inteligente sistema de gestión de cilindros. En aquel momento, no era una tecnología innovadora o sorprendente, pero sí era emocionante pensar en lo que podría haber sido si se hubiera aplicado esta fórmula tan exótica.
El motor fue diseñado para desconectar algunos de sus cilindros, una opción que se ha vuelto relativamente común con la aparición del downsizing. Los fabricantes, en su búsqueda de motores más eficientes y una reducción de las emisiones, han optado por motores que tienen menos cilindros físicamente y utilizan técnicas como la desconexión de cilindros para ahorrar combustible.
El motor del Cadillac Sixteen era capaz de entregar más de 1.014 CV de potencia. En cruceros por carretera, podía desconectar cuatro, ocho, o incluso doce de sus dieciséis cilindros. Según Cadillac, en sus pruebas demostraron que en un viaje entre Detroit y California, el coche sería capaz de viajar un 65% del tiempo en ocho cilindros, un 30% del tiempo en cuatro cilindros y solo un 5% en dieciséis cilindros. Esto permitía que el motor tuviera un consumo de apenas 14 litros/100 kilómetros, un consumo elevado para un turismo moderno, pero similar al de las berlinas de Cadillac de la época y extremadamente bajo para un motor de sus características.
Este motor de 16 cilindros era sin duda una exquisitez y una locura brillante que Cadillac había diseñado, que hoy Bugatti ha considerado adecuado para su nuevo y exclusivo deportivo. Si este proyecto hubiera avanzado, probablemente habría cambiado no solo la historia de Cadillac, sino también la posición de los coches americanos en la imaginación popular y en la historia del automóvil en general.
El diseño del Cadillac Sixteen sí inspiró la estética de modelos más racionales que Cadillac comercializaría años más tarde. Tuvimos que esperar dos décadas para que Cadillac recuperara la filosofía de Sixteen como un sedán de ultra-lujo, al estilo de un Rolls-Royce o los mejores Bentley europeos, pero esta vez, completamente eléctrico, con el nuevo Cadillac Celestiq.