El Sáhara Occidental, una antigua colonia española, actualmente alberga a unos 200.000 habitantes, la mayoría de los cuales se encuentran en Dajla (anteriormente conocida como Villa Cisneros). Este territorio, que la ONU todavía considera como «no autónomo» o pendiente de descolonización, está siendo objeto de una avalancha de inversiones por parte de Marruecos, con el objetivo de duplicar la población a 400.000 para 2050.
El Centro Regional de Inversiones (CRI) de Dajla, dirigido por Munir Huari, ve un futuro prometedor para la economía local, respaldado por más de 3.000 horas de sol al año y una abundancia de energía eólica. La región ha estado recibiendo miles de millones en inversiones para infraestructuras, incluyendo un gran puerto y plantas de energía y desalación.
En noviembre pasado, el rey Mohamed VI de Marruecos anunció la llamada Iniciativa Atlántica, que tiene como objetivo proporcionar una salida al mar a países del Sahel como Malí, Burkina Faso, Níger y Chad a través de Dajla. Esta iniciativa se lanzó durante la conmemoración del 48º aniversario de la Marcha Verde, un evento histórico que marcó el comienzo del control marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Marruecos está buscando replicar en Dajla el efecto multiplicador del crecimiento que representó la construcción del puerto Tánger Med en la región marroquí del Estrecho hace dos décadas. Este nuevo foco de desarrollo se proyecta hacia África central y occidental.
Sin embargo, las inversiones en Dajla no están exentas de controversia. La demografía también se ha convertido en un arma política en el contencioso territorial que pende sobre la antigua colonia. Según el Instituto Nacional de Estadística español, en 1974, el Sáhara albergaba a unos 75.000 saharauis y 30.000 españoles. Actualmente, la mayoría de la población del Sáhara Occidental es de origen marroquí.
Uno de los proyectos más grandes en desarrollo es el puerto de Dajla Atlántico, que se está construyendo a 40 kilómetros al norte de la ciudad homónima. La infraestructura portuaria se espera que sea una de las tres más grandes de Marruecos, después de Tánger Med y Casablanca. La construcción de este puerto, que comenzó en 2021, tiene un presupuesto de más de 1.250 millones de euros.
Paralelamente a la construcción del puerto, se proyecta una zona industrial y logística de 1.650 hectáreas, vinculada a la nueva vía de comunicación por carretera del Sáhara. Marruecos también ha anunciado la culminación de la autovía desde Dajla hasta Tiznit, 1.065 kilómetros al norte, con un coste de alrededor de 1.000 millones de euros.
Estas enormes inversiones se apoyan en dos pilares fundamentales: una gigantesca planta desaladora capaz de producir 100.000 metros cúbicos diarios de agua en el desierto y un parque eólico con capacidad para producir 40 megavatios de energía.
Marruecos también está invirtiendo en la promoción del turismo en Dajla, con planes de aumentar la capacidad hotelera de 3.000 a 5.000 plazas. Además, se están ofreciendo exenciones fiscales y subvenciones estatales directas para atraer mano de obra y empresas.
Sin embargo, estas iniciativas de inversión no están exentas de controversia. El representante del Frente Polisario en España, Abdulá Arabi, ha advertido que invertir en la región de Dajla contraviene el Derecho Internacional al «involucrar a las empresas españolas en el expolio de los recursos saharauis».
A pesar de los desafíos, hay quienes apoyan firmemente la inversión y el desarrollo en el Sáhara Occidental. Habat Michan Mohamed, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Dajla, sostiene que «frente a las dificultades políticas se impone el desarrollo», y añade, «no queremos ser otra Siria».
En medio de este complejo panorama, la preservación de la identidad cultural saharaui es un tema importante. Brahim Hameyada, director de la academia Unamuno, único centro reconocido por el Instituto Cervantes en Dajla, se esfuerza por mantener viva la memoria histórica española en la ciudad.