En una tormenta política tras el descalabro electoral en las recientes elecciones europeas, el Canciller alemán, Olaf Scholz, se encuentra en una posición precaria. Durante la noche electoral del 9 de junio, el Partido Socialdemócrata (SPD) de Scholz sufrió una humillante derrota, obteniendo su peor resultado en más de un siglo con solo el 13,9% de los votos, quedando en un tercer lugar detrás de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD). Este resultado ha dañado seriamente la reputación de Scholz, con algunos analistas creyendo que su liderazgo está tocado, y posiblemente hundido.
Su coalición con los Verdes y los Liberales sólo logró acumular el 31% de los votos, a pesar de una participación récord del 64,8%. Esta desalentadora cifra ha dejado a muchos preguntándose si el gobierno de Scholz logrará mantenerse en el poder hasta el otoño de 2025. Sin embargo, a pesar de los rumores de una posible retirada del Canciller, el político parece estar resistiendo la tormenta.
A la derrota en las elecciones europeas se suma un nuevo desafío que amenaza con dar el golpe de gracia al tripartito: la negociación del presupuesto para el próximo año. Scholz y sus socios se enfrentan a la difícil tarea de recortar 40.000 millones de euros del gasto federal para cubrir el déficit presupuestario de 2025. La meta es llegar a un acuerdo antes de julio, antes de que el Bundestag cierre por las vacaciones de verano.
Este desafío presupuestario ha resaltado las divisiones dentro de la coalición de gobierno. Mientras que el SPD y Los Verdes se oponen a los recortes en políticas sociales y abogan por la relajación de las normas de gasto, los Liberales del FDP quieren cumplir con las reglas a toda costa. Con la oposición conservadora llamando a elecciones anticipadas, el gobierno de Scholz se ve bajo presión para mantener la armonía interna.
Wolfgang Merkel, director emérito del Centro de Investigación en Ciencias Sociales de Berlín (WZB), sugiere que la verdadera competencia no es entre el gobierno y la oposición, sino dentro de la propia coalición. A medida que los partidos buscan satisfacer los intereses particulares de su electorado durante las negociaciones presupuestarias, es probable que surjan conflictos adicionales.
Dos años y medio después de asumir el cargo, el liderazgo de Scholz está en su punto más crítico. Más de dos tercios de los alemanes están insatisfechos con su gestión, y él es el canciller peor valorado, con un índice de aprobación personal que apenas supera el 30%. La politóloga Ursula Münch, directora de la Academia para la Educación Política de Tutzing, señala que aunque las elecciones anticipadas presentarían un alto riesgo para los tres socios de gobierno, el temor de que mantener el status quo represente un riesgo aún mayor está creciendo.
El resultado de las elecciones europeas ha causado inquietud en la Cancillería y en los ministerios de los socios de Scholz. Los Verdes, que hasta ahora habían mantenido su núcleo duro de votantes, también sufrieron una considerable pérdida en las elecciones europeas, con un 11,9% de los votos frente al 20,5% obtenido en 2019.
La mayoría de los analistas descartan la posibilidad de elecciones anticipadas en Alemania. Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, subraya que ninguno de los tres partidos tiene interés en celebrar nuevas elecciones. Además, el gusto de los alemanes por la estabilidad podría disuadir a cualquier partido de romper la coalición.
Convocar nuevas elecciones en Alemania es un proceso más complicado que en otros países como Francia. La única vez que se han celebrado elecciones anticipadas en Alemania fue en 2005, cuando Gerhard Schröder forzó la situación a través de un voto de confianza.
A pesar de los desafíos, Scholz ha reiterado su compromiso de seguir adelante. En una reciente entrevista con la cadena de televisión pública ARD, el Canciller insistió en que su gobierno seguiría adelante y también competiría en las próximas elecciones generales.