Nathan Law, una vez el legislador más joven en el Parlamento de Hong Kong, se encuentra hoy en el exilio en el Reino Unido, perseguido y acusado por el gobierno chino de varios delitos de seguridad nacional. Su historia es un relato de lucha, desafío y resistencia, un reflejo de la situación que vive Hong Kong en estos momentos.
En junio de 2019, Law se puso de pie y levantó los brazos en el Parque Victoria de Hong Kong mientras resonaba la canción Gloria a Hong Kong. Aquella canción, que hablaba de libertad, se había convertido en el himno de las protestas. La sentada por la democracia que su partido político había convocado se transformó en una concurrida marcha por el centro de la antigua colonia británica. En ese momento, muchos jóvenes hongkoneses como Law creyeron realmente que su rebelión por la democracia triunfaría y que su desafío al régimen chino no tendría consecuencias.
Law había sido un líder estudiantil y estaba al frente de un movimiento que retomaba el espíritu de la aclamada Revolución de los Paraguas de 2014. Sin embargo, cinco años después de aquellas protestas, la canción Gloria a Hong Kong ya no suena en la ciudad. Recientemente, un tribunal la prohibió, argumentando que podría representar un «arma» que despertaría las «emociones secesionistas» de algunos residentes.
Hoy, Law, de 40 años, está lejos de su hogar. Las autoridades hongkonesas que lo acusan de varios delitos de seguridad nacional ofrecen una recompensa de un millón de dólares hongkoneses (alrededor de 120.000 euros) por su cabeza. «Nathan Law lleva mucho tiempo involucrado en actividades anti China y que perturban a Hong Kong», afirmó recientemente un portavoz del Gobierno chino.
Law era el secretario general del partido Demosisto, independentista, que fue disuelto tras la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Nacional aprobada por Pekín en 2020 en respuesta a las protestas que comenzaron en junio de 2019 por un controvertido proyecto de ley que hubiera permitido la extradición de fugitivos a China continental.
Con la llegada de la pandemia, las calles de Hong Kong se vaciaron y Pekín aprovechó la situación para implementar una ley represiva que castiga con hasta cadena perpetua cualquier acto de protesta que las autoridades consideren una proclama independentista o subversiva. Esta fue seguida por la detención de cientos de activistas y legisladores pro democracia, y la huida de políticos como Law por temor a ser encarcelados.
Con el paso del tiempo se fueron cerrando periódicos críticos y de las estanterías de bibliotecas y colegios se retiraron libros que no pasaron el corte censor. Una reforma electoral expulsó del Parlamento a los opositores que no eran considerados patriotas y este año se aprobó una nueva Ley de Seguridad que consolida el control de Pekín y restringe aún más las libertades en la ciudad.
Law sostiene que el Gobierno chino ha arrancado por la fuerza la autonomía prometida a Hong Kong bajo el acuerdo Un país, dos sistemas que se estableció tras el cambio de soberanía en 1997. En aquel entonces, muchos hongkoneses se sintieron atrapados entre una patria china que no habían elegido y otra británica que no iba a volver.
En este contexto, la lucha de Law y de muchos otros activistas en Hong Kong continúa, a pesar del endurecimiento de las leyes y de la creciente presión del Gobierno chino. Aunque la canción Gloria a Hong Kong haya sido silenciada, el espíritu de resistencia y lucha por la democracia que encarna sigue vivo.