El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, hizo un llamado a la unidad nacional para la reactivación económica en su toma de posesión para un segundo mandato el miércoles pasado. Su reelección como jefe de estado de Sudáfrica se realizó después de que su partido, el Congreso Nacional Africano (ANC), llegara a un acuerdo con el principal grupo opositor, la liberal Alianza Democrática (DA), y otros tres pequeños partidos la semana anterior.
Por primera vez desde 1994, los herederos políticos de Nelson Mandela mantienen el poder, pero debido a su desplome electoral en los comicios celebrados a finales de mayo, donde perdieron la mayoría absoluta, pasando del 57% al 40% de votos, ahora se ven forzados a compartirlo.
La ceremonia de toma de posesión tuvo lugar en los Edificios de la Unión de Pretoria, sede de la Presidencia y del Gobierno sudafricano, con la presencia de las autoridades del país y numerosos jefes de Estado y de gobierno, en su mayoría africanos.
La ausencia más notable en la ceremonia fue la del expresidente del país, Jacob Zuma, líder del partido uMkhonto weSizwe (MK), quien obtuvo el 15% de los votos y 58 diputados, pero no reconoce los resultados. Zuma, que se encuentra bajo investigación por presuntos delitos de corrupción durante su mandato, se ha convertido de facto en el nuevo líder de la oposición en Sudáfrica.
Uno de los primeros desafíos que Ramaphosa enfrentará será nombrar un ejecutivo que represente a los cinco partidos que conforman la nueva coalición gubernamental, tal como estipula el acuerdo firmado entre ellos la semana pasada.
Durante su discurso, Ramaphosa enfatizó en los aspectos que deben ser mejorados, aceptando y respetando los resultados de las elecciones. Los votos de los sudafricanos no han dado a ningún partido la posibilidad de gobernar el país por sí solos, obligándolos a gobernar juntos.
El pacto entre los dos principales partidos sudafricanos establece como una de las grandes prioridades la reactivación económica del país y la lucha contra el desempleo, uno de los factores clave en la pérdida de votos del ANC.
Ramaphosa, que lidera el sector moderado del partido, ya había iniciado reformas liberales favorables al sector privado. Sin embargo, la entrada de la DA en el gobierno sugiere que tales medidas se intensificarán, por ejemplo, mediante la reducción de obstáculos a la inversión y la aprobación de estímulos fiscales para emprendedores y empresas.
Uno de los aspectos más destacados de la ANC ha sido la lucha contra la discriminación racial que persiste tras el apartheid, abolido en 1994. Este esfuerzo ha incluido planes como el Empoderamiento Económico Negro que favorece a las empresas propiedad de personas negras.
Por otro lado, la DA, liderada por el blanco John Steenhuisen, rechaza este discurso de base étnica y promueve la igualdad de oportunidades para todos. Por lo tanto, se espera que ambos socios encuentren fórmulas de consenso y moderen sus respectivas narrativas.