En la era digital actual, los coches conectados representan un avance significativo en términos de comodidad y eficiencia, pero también suponen una amenaza a la privacidad. Los vehículos de hoy en día están equipados con tecnología avanzada que permite la recopilación de datos sobre el estilo de conducción, que a su vez se utiliza para perfilar a los conductores. Estas «características de mejora de la experiencia» pueden ser una bendición, pero también una maldición, ya que se utilizan para recopilar y vender información a las compañías de seguros.
La recopilación de información sobre la forma en que conducimos es un aspecto crucial para las aseguradoras, ya que les permite evaluar el riesgo que conlleva asegurar a diferentes conductores. La lógica es simple: si un conductor A muestra un comportamiento de conducción agresivo, como frenazos y acelerones constantes, mientras que un conductor B conduce de manera más tranquila, es evidente que el primero representa un mayor riesgo que el segundo.
Los coches conectados no son los únicos culpables de esta invasión de la privacidad. Hay aplicaciones para smartphones que hacen exactamente lo mismo. Aplicaciones como Life360, MyRadar y GasBuddy tienen funciones opcionales de análisis de conducción. Utilizan los sensores del smartphone para realizar un seguimiento de su estilo de conducción, lo que también puede llevar a un mayor consumo de la batería.
Estas aplicaciones utilizan la información recopilada para crear perfiles de conductores. Estos perfiles se asignan a una puntuación específica que las compañías de seguros pueden utilizar para evaluar el riesgo. Según Arity, una empresa que recopila estos datos, hay alrededor de 40 millones de conexiones activas en los Estados Unidos gracias a este tipo de aplicaciones.
Aunque es cierto que estas funciones son opcionales, el problema radica en que a menudo se activan con el consentimiento del usuario, que se obtiene a través de un contrato largo y tedioso. Como es de esperar, la mayoría de los usuarios no se molesta en leer este contrato. El resultado es que muchas de estas 40 millones de conexiones activas se han establecido sin un consentimiento real por parte del usuario.
Por tanto, aunque estas personas pueden pensar que sólo están compartiendo «cierta información», en realidad están compartiendo sus hábitos de conducción. De momento, este problema parece afectar principalmente a Estados Unidos, pero es alarmante y podría popularizarse en Europa en un futuro no muy lejano.
La información es poder, y nuestros datos valen mucho para ciertas empresas, especialmente aquellos que son de difícil acceso, como los hábitos de conducción. Cualquier aplicación de Arity recopila estos datos, por lo que es recomendable evitarlas.
Es importante destacar que no todas las aplicaciones o funciones de los coches conectados son maliciosas. Muchas de ellas están diseñadas para mejorar nuestra experiencia de conducción y seguridad. Sin embargo, es esencial ser conscientes de qué información estamos compartiendo y con quién. Controlar nuestras configuraciones de privacidad y leer los términos y condiciones antes de aceptar cualquier contrato puede ser tedioso, pero es una práctica necesaria para proteger nuestros datos y nuestra privacidad.
A medida que la tecnología avanza, es fundamental que también lo haga nuestra conciencia de la privacidad y la protección de datos. La era de los coches conectados y las aplicaciones de seguimiento de la conducción ha llegado, y con ella, la necesidad de una mayor transparencia y protección de la privacidad.