El baloncesto español está viviendo un episodio sin precedentes, un drama lleno de giros de trama, de retórica tortuosa, de rumores y hasta de contratos firmados… para que todo termine donde empezó. Aunque todavía no se ha hecho oficial, Mario Hezonja, un enigma incluso para sí mismo, seguirá en el Real Madrid, a pesar de haber firmado con el Barcelona. Pero, ¿por cuánto tiempo?
Para entender lo inusual de esta situación, es necesario remontarse al origen. Hezonja, un indiscutible talento, fue contratado por el Real Madrid hace dos veranos en una oportunidad de mercado. Venía del UNICS Kazan ruso, donde había destacado en la Euroliga después de un breve paso por el Panathinaikos, en lo que suponía su regreso de la NBA, donde no tuvo un buen desempeño a pesar de (o debido a) las altas expectativas de un número cinco del draft.
Mario había sido formado en el Barcelona, donde jugó tres años, de 2012 a 2015, bajo la dirección de Xavi Pascual. Sin embargo, en Madrid encontró un entorno ideal para mostrar su mejor versión y ganó la Euroliga en su primer intento. En una entrevista antes de la reciente Final Four, se le preguntó por esa madurez y respondió: «Gracias al equipo y a mis compañeros, especialmente a los más veteranos, me han calmado mucho, en temas de liderazgo y madurez. Estoy lejos de mi mejor versión de baloncesto, eso llegará en el futuro. Creo que esto sólo podía suceder en el Real Madrid, no en otros equipos».
Fue un mensaje de calma justo antes de la gran batalla de Berlín, donde el croata, siempre impredecible, volvió a ser protagonista, esta vez para mal. Y en un acto de autocrítica -«He perdido un título muy importante para mi equipo. Absolutamente»-, que tampoco sentó demasiado bien a la dirección deportiva, ya que se entendía que el foco, incluso en la derrota, debería ser colectivo.
Hezonja recuperó la sonrisa en la final de la ACB contra el Murcia y allí, en medio de la celebración, volvió a dejar otro mensaje que parecía definitivo. «Siento que son mi familia. Me gustaría devolver el cariño con más años aquí y más títulos para el Real Madrid», anunció apenas unas horas después de que se revelara que Hezonja había firmado un preacuerdo con el Barcelona para un contrato de cuatro años, a razón de tres millones de euros anuales, uno de los salarios más altos de todo el continente.
Entre las palabras y los hechos había un abismo que desconcertó a todos en cuestión de horas. Las palabras, las promesas de amor al Madrid, hicieron descarrilar al Barcelona, desde su directiva hasta sus aficionados. Josep Cubells, directivo responsable de la sección de baloncesto, canceló la operación y en pleno calentón fichó a Kevin Punter, un escolta anotador de perfil completamente diferente. Los hechos, sin embargo, no elevaron la temperatura de un Madrid siempre frío en los despachos.
Y el domingo, la reconciliación. Y el acuerdo, por cifras económicas alejadas de las que ofrecía el Barcelona, pero también de las primeras ofertas blancas que Hezonja rechazó hace meses. Sigue quedando el papel firmado, un preacuerdo que seguramente incluya consecuencias en caso de no llegar a firmarse el contrato, como parece que va a ser. Podría acabar en un juzgado, aunque, aparentemente, ni al Barcelona ni a Hezonja les interesa ya lo pactado.