El canciller de Venezuela, Yván Gil, ha denunciado enérgicamente la interferencia del Grupo de los Siete (G7) en los asuntos internos del país sudamericano, calificándola de “ridícula”.
En una declaración emitida a través de la red social X, Gil afirmó: “El decadente imperialismo jamás había tenido tan pobre y ridículo liderazgo como el que hoy exhibe el G7”. Este mordaz comentario fue en respuesta a una declaración conjunta emitida por el G7, un grupo de países desarrollados compuesto por el Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos.
El G7 había criticado a Venezuela por revocar su invitación a la Unión Europea (UE) para observar las elecciones presidenciales programadas para el 28 de julio. El ministro de Asuntos Exteriores venezolano enfatizó en su mensaje que los gobiernos que conforman el G7 son “rechazados por sus propios pueblos” y denunció que “pretenden recurrir a prácticas coloniales y meterse en temas que no les conciernen”.
A lo largo de los años, el G7 ha enfrentado una creciente resistencia y rechazo de diversos países que se oponen a sus políticas. Dichas políticas, más globalizadoras y neoliberales, han sido ampliamente criticadas por poner en peligro el medio ambiente, el desarrollo y la vida de millones de habitantes en todo el mundo. Algunos de los países más críticos con el G7 incluyen a Rusia, Irán y China.
Refiriéndose a las próximas elecciones presidenciales en Venezuela, Gil destacó que, en esa jornada comicial, la “democracia revolucionaria” demostrará que “somos libres y soberanos y que sus lacayos no volverán”.
En mayo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano anunció su decisión de excluir a la misión de observación de la Unión Europea del proceso electoral de julio. El presidente Nicolás Maduro buscará la reelección en estas elecciones.
La decisión del CNE fue tomada debido a la “actitud hostil” del bloque europeo de ratificar sanciones individuales contra unos 50 funcionarios venezolanos. Este gesto, visto como una injerencia en los asuntos internos de Venezuela, ha alimentado la creciente tensión entre Venezuela y el bloque europeo.
Las tensiones entre Venezuela y el G7 no son nuevas. En el pasado, el G7 ha sido acusado de interferir en los asuntos internos de otros países y de promover políticas neoliberales que favorecen a los países ricos en detrimento de los más pobres.
En este contexto, la decisión de Venezuela de revocar la invitación a la UE para observar las elecciones puede interpretarse como una reafirmación de su soberanía y su rechazo a las políticas y prácticas del G7.
El G7, por su parte, ha defendido sus políticas y acciones, argumentando que su objetivo es promover la democracia, el desarrollo y el respeto a los derechos humanos en todo el mundo. Sin embargo, sus críticos sostienen que el grupo de países ricos a menudo ignora los intereses y necesidades de los países en desarrollo.
La situación actual pone de manifiesto la creciente polarización en la política global, con países como Venezuela que defienden una visión del mundo basada en la soberanía y la autodeterminación, y grupos como el G7 que promueven una visión basada en la globalización y la interdependencia.
Las próximas elecciones en Venezuela, por lo tanto, serán observadas de cerca por muchos, ya que podrían tener implicaciones significativas para las relaciones internacionales y la dinámica de poder en la región. La retórica y las acciones de figuras clave como Yván Gil indican que la lucha por la soberanía y la autodeterminación en Venezuela está lejos de terminar.
En este contexto, el papel y la influencia del G7, así como sus políticas y prácticas, seguirán siendo objeto de debate y crítica. Como ha señalado Gil, la interferencia del G7 en los asuntos internos de otros países es vista por muchos como un intento de imponer su visión y sus intereses en el resto del mundo.
Por ahora, sólo el tiempo dirá cómo se desarrollará esta situación y cuál será su impacto en la política global y las relaciones entre Venezuela y el G7.