En el mundo de las carreras de motor, las 24 Horas de Le Mans se destacan como un reto único. Desde su primera edición en 1923, esta competición, que se lleva a cabo anualmente en el Circuito de la Sarthe en Le Mans, Francia, ha sido escenario de proezas técnicas, hazañas humanas y dramas inolvidables. Y es que, en esta carrera, algo tan contraintuitivo como salir el último puede ser lo que te lleve a ser campeón.
Le Mans es un desafío diferente a otros eventos de carreras como la F1 o MotoGP. Aquí compiten varias categorías al mismo tiempo, lo que significa que se pueden ver coches de diferentes categorías compartiendo pista y adelantándose unos a otros. Se pueden ver diferentes ganadores, un coche por categoría, y es posible que un equipo sea considerado un fracaso a pesar de haber ganado en su categoría.
En Le Mans, el ganador es el que recorre más distancia durante las 24 horas que dura la competición. No importa lo rápido que se sea en una última vuelta, ni quién atraviesa antes la meta. La clave está en la distancia recorrida al cumplirse las 24 horas.
La categoría más avanzada, con los coches más rápidos, suele recorrer más distancia que las categorías inferiores. Pero incluso entre estos, el último en salir en Le Mans puede ser el que tenga más ventaja para ser el ganador. Esto se debe a que quien clasifica peor y sale más atrás, recorre más metros en la primera vuelta. En caso de empate, es el que ha salido más atrás el que tiene la ventaja y puede ser considerado campeón.
Uno de los capítulos más recordados de la historia de Le Mans es la edición de 1966. No solo por ser la primera victoria de Ford en esta prestigiosa carrera, sino también por la controversia que rodeó el resultado final. El británico Ken Miles, un piloto experimentado y altamente respetado, aspiraba a ganar las tres grandes carreras de resistencia en un solo año.
Desde el principio de la carrera, los Ford GT40 Mk II mostraron una clara superioridad sobre los demás competidores, especialmente sobre los Ferrari. La rivalidad entre Henry Ford II y Enzo Ferrari, tras romper este último las negociaciones para la adquisición de la compañía italiana por parte de la compañía americana, hizo que Ford se volcara al máximo para vencer en la pista.
Ken Miles, junto con su copiloto Denny Hulme, lideró la carrera durante muchas horas. A pocas horas del final, los tres Ford GT40 estaban en las primeras posiciones. En un intento de subrayar su dominio total sobre Ferrari, los directivos de Ford decidieron ordenar a los pilotos que redujeran la velocidad y coordinaran un final en formación.
Esta estrategia tuvo una consecuencia inesperada y controvertida. Cuando los tres coches cruzaron la línea de meta juntos, los oficiales de carrera declararon a Bruce McLaren y Chris Amon como los ganadores, basándose en el hecho de que su coche había recorrido una distancia ligeramente mayor debido a su posición más retrasada en la parrilla de salida.
La decisión de Ford y los oficiales de carrera generó una gran controversia. Ken Miles había liderado gran parte de la carrera y muchos consideraban que merecía la victoria. Además, Miles estaba en camino de lograr la hazaña histórica de ganar las tres carreras de resistencia más importantes del año (Daytona, Sebring y Le Mans).
La pérdida de la victoria en Le Mans dejó a Miles, y a muchos de sus seguidores, frustrados y decepcionados. La relación entre Ken Miles y la cúpula de Ford no era especialmente buena por el talante del piloto. Dos meses más tarde, Miles falleció en un accidente a los 47 años durante las pruebas de desarrollo de la que pretendía ser la nueva versión del coche de competición de Ford, conocida como J-car.
El mundo del automovilismo está lleno de historias acabadas en tragedia, y otras que si bien no fueron tan trágicas, sí nos recuerdan el carácter especial de las 24 Horas de Le Mans. Una carrera única e histórica que define al mundo del automovilismo.