El plan de ayuda financiera a Ucrania propuesto por Jens Stoltenberg, que implicaba un paquete de 100.000 millones de euros para los próximos cinco años, ha sido abandonado en menos de dos meses desde su anuncio. Los 32 aliados de la OTAN han decidido centrarse en una estrategia año a año, con la vista puesta en la próxima cumbre de Washington, donde se espera asegurar al menos 40.000 millones de euros para Ucrania en 2024.
La propuesta del secretario general de la OTAN, que fue calificada por una fuente aliada como un «brindis al sol», tenía como objetivo proporcionar a Ucrania una sensación de certidumbre y predictibilidad a largo plazo. Quería proteger a Ucrania de posibles terremotos políticos, como el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, y por eso se le bautizó como «escudo anti-Trump». Sin embargo, la ambición de los 100.000 millones de euros demostró ser excesiva, ya que presentaba desafíos en términos de cantidad, tiempo, distribución de cargas y logística.
El plan de ayuda financiera fijado se ha transformado ahora en una hoja de ruta a corto plazo. Los aliados de la OTAN han estado proporcionando una media de 40.000 millones de euros al año en ayuda a las fuerzas dirigidas por Volodimir Zelenski, y este es el objetivo que se establece para la nueva estrategia, centrada en 2024.
El jefe político de la OTAN afirmó en una rueda de prensa que es necesario mantener este nivel de ayuda el tiempo que sea necesario. Argumentó que cuanto más se planifique y se comprometa la OTAN a largo plazo, más pronto llegará la paz a Ucrania. También subrayó la importancia de que Estados Unidos, cuyo Producto Interior Bruto representa el 50% del total de la OTAN, proporcione una ayuda proporcional.
Stoltenberg afirmó que la previsibilidad se vuelve cada vez más importante a medida que la guerra se prolonga. Instó a los 32 aliados a comprometerse a cumplir la ayuda de 40.000 millones de euros a largo plazo.
Tres decisiones clave están en juego en la próxima cumbre de Washington. La primera es el paquete para Ucrania, que consta de tres elementos: la operación de entrenamiento de soldados en Polonia, el compromiso financiero y las garantías de seguridad. La segunda es la sucesión de Stoltenberg, con la candidatura del neerlandés Mark Rutte enfrentándose a la del rumano Klaus Ihonnis. La tercera es cómo la OTAN abordará la cuestión de la membresía de Ucrania. El consenso es que Ucrania no se convertirá en el aliado número 33 mientras dure la guerra.
A medida que la OTAN se prepara para la cumbre de Washington, las miradas están puestas en cómo se abordarán estas decisiones clave y en cómo se dará forma a la futura relación con Ucrania.