La invasión de los microplásticos en el cerebro humano
Usted es capaz de leer estas líneas a pesar de tener el cerebro lastrado por una cucharada entera de microplásticos. El 0,5% de su materia gris contiene ese derivado degradado del petróleo. Es el resultado del último y espeluznante estudio sobre cómo tenemos el organismo lleno de plásticos descompuestos: estas partículas se han colado en nuestra sangre y se acumulan en la materia gris en volúmenes inquietantes.
Los humanos tenemos una relación complicada con los plásticos: hemos inundado el planeta y nuestros organismos con ellos porque la industria petrolera impone su ubicuidad. Y como nos hemos pasado, prohibimos las pajitas. Es muy común encontrarse en redes sociales, en cuentas de extrema derecha, paisajes inundados de residuos o ricachones haciendo ostentación de sus yates acompañados del mensaje “pero el planeta te lo estás cargando tú por usar pajitas”. En el fondo, no nos engañemos, esa dicotomía populista funciona.
El simbolismo detrás de las decisiones políticas
Y lo ha recogido Donald Trump en uno de sus últimos decretazos: cargarse las pajitas de papel. ¿Es simbólico, forma parte de la guerra cultural? Obvio, como también lo era la decisión previa contra las pajitas de plástico. Servía para concienciar, pero “el rumbo del mundo y del cambio climático no cambia por usar o no pajitas de cartón”, como le dice el divulgador Andreu Escrivà a mi compañera Francesca Raffo en esta estupenda pieza explicativa, en la que demanda acciones serias y estructurales contra el plástico que acompañen a lo discursivo.
El mismo día que Trump firmaba contra las pajitas de papel, también se dejó acompañar en el Despacho Oval por Elon Musk y su hijo X Æ A-12, protagonista indiscutible del evento. Se ha interpretado como algo simbólico, lógicamente: Musk quiere vender su imagen de padre, reivindicar la familia numerosa old school.
El trasfondo político y social de los actos públicos
Pero la primera vez que X apareció en un acto político a los hombros de su padre fue en Roma en 2023. Era nada menos que el festival de los posfascistas de Giorgia Meloni, su primer gran salto físico hacia la extrema derecha. Allí fue explícito sobre el simbolismo de subir a su hijo al estrado: demandó “tener hijos para crear una nueva generación” porque “la inmigración no puede resolver la caída demográfica”. Básicamente, colocó ese mensaje que le fascina, el de que los inmigrantes van a reemplazar a los blancos.
En aquella fiesta de los Hermanos de Italia saludó a Santiago Abascal (se harían un saludo romano, porque estaban en Roma), el último líder ultra que ha organizado en Europa un sarao para sus compañeros de armas. El de Madrid fue un festival trumpista —“Make Europe Great Again”— en el que blandieron las mismas banderas que el presidente de EE UU, como que solo hay dos sexos, “hombre y mujer”.
El desafío de convertir lo personal en político
Cuando allá por la prehistoria la diputada de Podemos Carolina Bescansa llevó su bebé al Congreso, tratando de visibilizar ese lema de las feministas, el tiro le salió por la culata. Recibió innumerables críticas, la propia Bescansa no pudo explicarse en los medios, que prefirieron dar el micro a sus críticos, y no se generó el debate sobre la conciliación que ella buscaba.
Pero ojo, Trump tiene razón con las pajitas de plástico, que sin duda no son las culpables de que nuestras cabezas se llenen de microplásticos, ni de que los refugiados climáticos llamen a las puertas de los países ricos. Y por eso su mensaje cala: en redes se habla de que solo Abascal podría conseguir una victoria similar en España.
Como explican de maravilla las divulgadoras de Climabar, los partidarios de actuar frente al calentamiento no tenemos que ser santos ni aceptar ese discurso que pone toda la presión encima del individuo. No les regalemos victorias ni en la charla del bar y digámoslo bien alto: las pajitas de cartón son una mierda y es una maravilla llevar personitas sobre hombros. Porque lo personal es político, pero a ellos les da igual ser hipócritas.
artículo original de: https://elpais.com/tecnologia/2025-02-17/las-pajitas-de-plastico-y-el-hijo-de-elon-musk-lo-personal-es-politico-si-vende-identidad-amenazada.html