Este año, los especialistas de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) animan a las familias a abordar este desafío desde una perspectiva innovadora, demostrando que cuidar de todos los comensales puede ser una de las formas más auténticas de celebrar.

Leche, huevo, frutos secos, pescado y marisco son algunos de los alérgenos más comunes que encontramos en recetas tradicionales navideñas. Pero esto no significa que haya que renunciar a los platos icónicos. Existen alternativas seguras que mantienen el sabor y las propiedades nutricionales de las recetas. La harina de garbanzo es una excelente opción para sustituir el huevo, mientras que la bebida de soja enriquecida en calcio y vitamina D puede reemplazar a la leche. Estos cambios no solo garantizan la seguridad alimentaria, sino que también permiten conservar la magia de los sabores tradicionales.

Un menú único e “inclusivo”

Como se destaca desde la sociedad científica, la seguridad alimentaria también implica evitar la contaminación cruzada. Medidas como separar utensilios y áreas de preparación, emplear recipientes herméticos y mantener una higiene exhaustiva en la cocina son fundamentales para que la mesa navideña sea segura para todos los comensales.

Pero la clave no está solo en los ingredientes, sino en cómo integrar estas adaptaciones en el espíritu festivo. En este sentido, los expertos de la SEAIC recomiendan preparar un menú único que pueda disfrutar toda la familia, sin centrar la conversación en las limitaciones alimentarias.

A este respecto, los alergólogos también destacan el impacto emocional de estas adaptaciones. Crear recetas que todos puedan disfrutar no solo minimiza riesgos, sino que fortalece los vínculos familiares. Involucrar a los niños y adultos en el proceso de adaptar las recetas puede convertirse en una nueva tradición navideña. “Transformar recetas clásicas en versiones seguras para personas alérgicas es un ejercicio de creatividad y amor que une a toda la familia en torno a un propósito común”, señala Patricia Yárnoz, especialista en nutrición de la Clínica Universidad de Navarra.

Avances diagnósticos

Además, los avances en el diagnóstico de alergias alimentarias permiten diseñar dietas más flexibles y personalizadas. Las pruebas de exposición controlada con alimentos, realizadas en entornos clínicos, ayudan a determinar qué productos específicos desencadenan reacciones y cuáles son seguros para consumir. Por ejemplo, muchas personas alérgicas al marisco descubren, gracias a estas pruebas, que pueden tolerar ciertos tipos, como cefalópodos (pulpo, calamar) o bivalvos (almejas, ostras), ampliando las opciones en el menú.

“Estas pruebas son herramientas esenciales que no solo mejoran la calidad de vida de los pacientes, sino que también aportan confianza a la hora de planificar las comidas familiares. Saber qué alimentos son seguros permite disfrutar de las celebraciones con menos preocupaciones”, asegura la Dra. María José Goikoetxea, especialista del Departamento de Alergología de la Clínica Universidad de Navarra y presidenta del Comité de Alergia a los Alimentos de la SEAIC.

Sin embargo, los expertos recuerdan que no existen dispositivos domésticos completamente fiables para detectar alérgenos, por lo que las prácticas de higiene y la lectura cuidadosa de etiquetas siguen siendo esenciales.

Un mensaje para estas fiestas

“La Navidad es un momento para compartir y celebrar juntos, y adaptar los menús para que sean seguros para todos es una forma de cuidar y unir a la familia”, añade la experta. Con planificación, creatividad y comunicación, las alergias alimentarias no tienen por qué ser un obstáculo para disfrutar de las fiestas.

De este modo, desde la SEAIC se invita a las familias a innovar en sus recetas navideñas, demostrando que cuidar de quienes queremos también puede ser una tradición. “Porque la verdadera magia de la Navidad está en cómo hacemos que cada persona en nuestra mesa se sienta parte de la celebración”, recalca.