Starliner, la gran prueba de fuego para Boeing

Starliner, la gran prueba de fuego para Boeing

La Prueba de Fuego de Boeing con la Starliner: Un Proyecto en la Cuerda Floja

Cabe pensar que Boeing no esperaba, ni remotamente, que su nave Starliner pudiera llegar a verse en las circunstancias actuales. Recordemos que todo empezó cuando, tras la jubilación del programa del transbordador espacial, y tras un tiempo de dependencia de empresas y entidades públicas extranjeras, la administración federal estadounidense y la NASA decidieron que ya era el momento de volver a contar con la autonomía necesaria para poder realizar operaciones de este tipo sin depender más que de recursos nacionales.

Para recuperar esta autonomía, la agencia espacial estadounidense optó por buscar los proveedores que necesitaba en el sector privado, que con los años ha concurrido, en distintas iniciativas, a los concursos abiertos por la agencia. Concursos en los que hemos visto nombres como Boeing, Blue Origin y, sin duda, la más popular y exitosa de todas ellas, SpaceX. Y es precisamente, gracias a esta última, que Estados Unidos recuperó la autonomía nacional para los vuelos de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional.

Ahora bien, aunque las cuatro Crew Dragon producidas por SpaceX ya se han demostrado más que solventes, depositar toda la capacidad de vuelo en un único proveedor es, siempre, una opción arriesgada, y esto nos explica que la agencia espacial haya querido contar también con los servicios de la Starliner, un proyecto estrella de Boeing, en el que la compañía lleva ya décadas trabajando, y que apuntaba a convertirse en uno de los programas estrella de la compañía, lo que además serviría para limpiar un poco la mala imagen tras la formidable crisis de los Boeing 737 MAX.

Starliner acoplada a la Estación Espacial Internacional sobrevolando el Mediterráneo. Imagen: NASA.

Desde el principio, sin embargo, empezaron a sumarse los retrasos y algún que otro sobrecoste, que puso al proyecto en una situación no demasiado cómoda. Estos problemas, no obstante, parecían finalmente superados cuando se confirmó que la Starliner finalmente volaría a la Estación Espacial Internacional el pasado mes de junio. Es imaginable que los directivos de la compañía respiraron aliviados aunque, para su desgracia, poco duró la alegría. Y es que, como ya te contamos entonces, varios problemas durante el vuelo de ida hicieron que la nave quedara varada en la ISS.

Tras más de dos meses de recopilación de datos y análisis de los mismos, finalmente la NASA y Boeing tomaron la decisión más sensata, y anunciaron que la Starliner volverá a la Tierra sin tripulantes. Un varapalo para Boeing, pero que todavía tiene cierto margen de maniobra, si la operación de retorno de la nave se lleva a cabo correctamente y sin incidentes. O, al menos, sin incidentes que comprometan la seguridad de la nave.

El problema, el gran problema, es el que se producirá si la Starliner sufre algún accidente en las seis horas que debería durar su vuelo de vuelta. Y es que, en tal caso, es probable que la confianza de la administración pública estadounidense, incluida la NASA, caiga tan por debajo del umbral de confianza necesario, que quizá el programa de Boeing ya no tenga otro futuro que ser cancelado. Y esto, sumado a la crisis de imagen que mencionaba anteriormente, podría acabar marcando uno de los momentos más bajos de la historia de la mítica compañía.

Más información e imágenes: NASA

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