Los británicos contemplan con apatía la batalla por el liderazgo de los conservadores





Una nación desinteresada ante la pugna política


En el Reino Unido, la lucha por el liderazgo del Partido Conservador ha captado la atención de los medios, pero no ha logrado despertar el interés del público en general. Mientras los políticos se enfrentan en debates y campañas, muchos británicos observan con indiferencia, sintiéndose desconectados de la política y sus protagonistas.



Un escenario político enrarecido


El Partido Conservador, que actualmente gobierna el país, se encuentra en una encrucijada. La batalla por el liderazgo es intensa, con varios candidatos compitiendo por ocupar la posición más alta. Sin embargo, en la calle, la respuesta de los ciudadanos es fría. La apatía parece ser la norma, y muchos se muestran escépticos sobre los verdaderos cambios que cualquiera de los candidatos pueda traer.



Factores que alimentan la apatía


La desilusión con la política británica no es un fenómeno nuevo. Diversos factores han contribuido a este sentimiento, desde el desgaste que ha provocado el Brexit hasta la gestión de la pandemia de COVID-19. La percepción de que los políticos están desconectados de las preocupaciones cotidianas de la gente común también ha jugado un papel importante.



El impacto del Brexit


El Brexit ha dejado una huella profunda en la sociedad británica. Las promesas de un futuro próspero fuera de la Unión Europea no se han materializado de la manera esperada, y muchos ciudadanos se sienten engañados. La división que causó el referéndum aún persiste, y el tema sigue siendo una fuente de frustración y desencanto.



La pandemia de COVID-19 y sus repercusiones


La gestión de la pandemia también ha mermado la confianza en los líderes políticos. Las decisiones controvertidas, los escándalos y la percepción de incompetencia han erosionado la fe del público en sus gobernantes. A medida que el país intenta recuperarse, la fatiga y el cansancio se han instalado en la población, que ahora mira con escepticismo cualquier nuevo proceso político.



Desconexión con la élite política


Un sentimiento común entre los británicos es que los políticos están alejados de la realidad cotidiana. Las promesas y discursos de campaña a menudo no resuenan con las preocupaciones reales de la población, como el coste de vida, la sanidad y la educación. Esta desconexión ha generado una apatía generalizada hacia el proceso político.



Candidatos en la contienda


En la carrera por el liderazgo del Partido Conservador, varios nombres han surgido como posibles sucesores. Cada uno de ellos intenta diferenciarse y presentar su visión para el futuro del partido y del país. Sin embargo, la falta de entusiasmo del público sugiere que ninguno ha logrado captar verdaderamente la imaginación de la nación.



El papel de los medios de comunicación


Los medios de comunicación han jugado un papel crucial en la cobertura de la batalla por el liderazgo. A través de debates televisados, entrevistas y análisis, han intentado mantener a la audiencia informada y comprometida. No obstante, la respuesta ha sido tibia, reflejando un cansancio generalizado con la política tradicional.



Posibles consecuencias para el futuro


La falta de interés del público en la batalla por el liderazgo del Partido Conservador podría tener implicaciones significativas. Un electorado apático es menos probable que participe en futuros procesos electorales, lo que podría afectar la legitimidad y la estabilidad del gobierno. Además, si los líderes políticos no logran reconectar con la población, la desconfianza y el descontento podrían aumentar.



La necesidad de un cambio


Para superar esta apatía, los políticos británicos deberán esforzarse por reconectar con sus ciudadanos. Esto implica escuchar sus preocupaciones, ofrecer soluciones concretas y demostrar que están comprometidos con el bienestar del país. Solo así podrán recuperar la confianza y el interés de la población en el proceso político.



Conclusión


La batalla por el liderazgo del Partido Conservador en el Reino Unido se desarrolla en un contexto de apatía y desinterés por parte del público. Diversos factores, desde el Brexit hasta la pandemia de COVID-19, han contribuido a este sentimiento. A menos que los políticos logren reconectar con los ciudadanos y abordar sus preocupaciones de manera efectiva, es probable que esta apatía persista, afectando la salud democrática del país. La tarea de los futuros líderes será no solo ganar la contienda interna, sino también inspirar y movilizar a una nación que actualmente observa desde la barrera.


EL PAÍS

Siete de cada diez ciudadanos británicos ignoran o contemplan con apatía a los seis candidatos que se disponen a luchar, a partir de este miércoles, por el liderazgo de los despojos del Partido Conservador del Reino Unido. Los grupos puestos en marcha durante el verano por la organización More in Common, que trabaja por detectar las causas y reducir la polarización política, han revelado que un 36% de los consultados no tienen ni idea de lo que aporta cada uno de los contendientes. Y un 34% de ellos consideran directamente que ninguno está capacitado para ganar unas elecciones. Frente a este panorama, la receta común de todos los aspirantes es aumentar las dosis de conservadurismo, endurecer el discurso contra la inmigración y reducir el tamaño del Estado.

“Uno de nuestros principales errores fue el de tener un discurso de derechas pero hacer políticas de izquierdas [en el Gobierno]. Sonábamos como conservadores, pero actuábamos como laboristas”, ha dicho a sus seguidores Kemi Badenoch en el discurso con el que ha lanzado oficialmente su candidatura a liderar el Partido.

La exministra de Comercio Internacional, de 44 años, nacida en Londres de madre y padre nigerianos, y criada en Lagos y Estados Unidos antes de regresar al Reino Unido, se mantiene como la favorita entre las bases conservadoras. Su discurso directo, con el que se ha ganado la fama de proclamar verdades como puños —al menos, sus verdades—, y los continuos ataques a la izquierda en las llamadas “guerras culturales” (identidad de género, movimiento trans, multiculturalismo, etc…) han hecho de Badenoch un personaje popular en el ala más a la derecha del partido.

Licenciada en Ingeniería por la Universidad de Sussex y en Derecho por el Birkbeck College, ha decidido utilizar como bandera de su proclamada resolución y eficacia el primer título. “Los políticos pretenden que todo es posible, y hacen promesas que no pueden cumplir. Aseguran que se puede aumentar el gasto en todos los servicios y a la vez bajar los impuestos”, ha denunciado Badenoch en el Instituto de Ingeniería y Tecnología de Londres. “Prometen grandes cambios sin planearlos antes. Los ingenieros, por el contrario, aceptan la realidad. Los ingenieros son honestos. Los ingenieros logran que las cosas sean posibles. Yo soy ingeniera”, aseguraba entre aplausos.

Los diputados conservadores (141, frente a los 385 que sumaban en la pasada legislatura) comienzan una serie de votaciones de descarte que se prolongarán hasta principios de noviembre, cuando los militantes del partido votarán por uno de los dos candidatos que hayan quedado en pie. Durante todo ese tiempo, el ex primer ministro Rishi Sunak permanecerá formalmente al frente de los tories.

Badenoch ha querido aferrarse a una lista de principios —responsabilidad personal, ciudadanía, igualdad ante la ley o la verdad, “por dura que sea”— para evitar entrar en detalle sobre propuestas políticas concretas a estas alturas de la contienda. A la hora de referirse a la inmigración, sin embargo, ha evitado cualquier sutileza o matiz en su discurso: “Si la gente no quiere que sus impuestos se usen para mantener en nuestras cárceles a delincuentes extranjeros, esos criminales deben ser expulsados. Si quiere que se dé prioridad a los nacionales en materia de vivienda, beneficios sociales o escolarización, así debe ser. Nuestro país no puede ser un dormitorio para los que vienen a hacer dinero o un hotel para los que están de paso”, ha proclamado.

La ‘resurrección’ de las deportaciones a Ruanda

Más allá de las promesas de “renovación” o “cambio” del partido, o de las proclamas para regresar a los “principios conservadores”, la batalla entre los contendientes al liderazgo de los tories se aleja del centro para librarse en el campo de la derecha extrema. Sobre todo en materia de inmigración, donde cada uno promete mayor mano dura y firmeza que el contrario.

“Cuando nos enfrentamos a la inmigración ilegal [sic], sigo defendiendo lo que he defendido siempre: necesitamos establecer un efecto disuasorio”, ha defendido el exministro de Exteriores y exministro del Interior, James Cleverly, que también lanzaba su discurso en pos del liderazgo conservador este lunes. “Como primer ministro”, prometía, “usaré mis contactos y mi reputación entre los políticos de Ruanda para resucitar esa alianza que era tan importante”.

Con 54 años, nacido en el Reino Unido e hijo de un padre británico y una madre de Sierra Leona, el militar y político ha formado parte de anteriores Gobiernos conservadores y respaldó el liderazgo de personajes tan polémicos como Boris Johnson o Liz Truss.

Sin embargo, Cleverly se muestra orgulloso de su tarea anterior al frente de distintos departamentos gubernamentales, y se presenta como el candidato capaz de restaurar la unidad en un Partido Conservador que hoy sufre profundas fracturas y divisiones.

Las prioridades de Cleverly son simples, pero propicias a ser acogidas con entusiasmo entre los 160.000 afiliados tories con derecho a voto: reforzar la seguridad nacional —promete subir al 3% el gasto presupuestario en Defensa—, reducir el número de inmigrantes en el Reino Unido y “recuperar la confianza en el capitalismo”.

El resto de candidatos han preferido reservar sus fuerzas o concentrar su estrategia en convencer en pequeñas reuniones, sin grandes actos, a los diputados que pueden decidir si les conceden o no un plazo en la carrera por el liderazgo del Partido Conservador.

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