Una visita de Trump al cementerio de Arlington acaba en una disputa entre su campaña y el Ejército



En el transcurso de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, una reciente visita del expresidente Donald Trump al Cementerio Nacional de Arlington ha desatado una controversia entre su campaña y el Ejército. Este evento, que inicialmente pretendía ser un gesto de respeto y homenaje a los soldados caídos, rápidamente se convirtió en el centro de una disputa política y militar.



El 10 de septiembre, Trump hizo una visita al cementerio para honrar a los veteranos de guerra y a los militares fallecidos en servicio. Sin embargo, lo que debería haber sido un acto solemne de conmemoración se complicó cuando surgieron desacuerdos sobre la naturaleza y la intención de la visita. La campaña de Trump afirmó que su presencia en Arlington era una muestra de su continuo apoyo a las Fuerzas Armadas y un recordatorio de su compromiso con los militares estadounidenses.



La controversia inicial


El punto álgido de la controversia surgió cuando varios oficiales militares en activo y retirados expresaron su preocupación sobre la politización de un lugar sagrado como el Cementerio Nacional de Arlington. Según estos oficiales, la visita de Trump y la cobertura mediática que la acompañó parecían más un acto de campaña que un tributo genuino. Este sentimiento se vio exacerbado por declaraciones de miembros de la campaña de Trump, quienes aprovecharon la ocasión para criticar a sus oponentes políticos y promocionar sus logros en materia de defensa.



El Ejército, por su parte, emitió un comunicado subrayando que el cementerio es un lugar de reposo y respeto para los héroes caídos y que debe ser tratado con la máxima solemnidad. Cualquier acto que pudiera ser interpretado como una politización del sitio es inapropiado y va en contra de los valores y la misión del Ejército.



Reacciones de la campaña de Trump


Ante las críticas, los portavoces de la campaña de Trump defendieron enérgicamente la visita, argumentando que el expresidente siempre ha mostrado un profundo respeto por los militares y que su presencia en Arlington era un testimonio de ese respeto. Según ellos, las acusaciones de politización eran infundadas y reflejaban un intento de sus oponentes por desviar la atención de los problemas reales que enfrentan los veteranos y las fuerzas armadas.



Además, señalaron que Trump ha sido un firme defensor de aumentar el presupuesto militar y de mejorar las condiciones de vida de los veteranos, citando varios ejemplos de políticas implementadas durante su administración. Para ellos, el hecho de que algunos oficiales critiquen la visita es una muestra de la polarización política que afecta incluso a las instituciones más respetadas del país.



El papel del Ejército


Por otro lado, el Ejército se ha mantenido firme en su postura de que el Cementerio Nacional de Arlington no debe ser utilizado con fines políticos. La institución insiste en que cualquier visita de figuras públicas debe ser realizada con el máximo respeto y consideración por los caídos y sus familias. La preocupación principal del Ejército es mantener la integridad y la neutralidad de un lugar que es símbolo de sacrificio y honor.



En respuesta a la controversia, el Ejército ha iniciado una revisión de sus políticas y procedimientos para asegurar que futuras visitas de personalidades públicas se realicen en un marco adecuado de respeto y solemnidad. Esta revisión incluirá una evaluación de los protocolos de comunicación y coordinación con las campañas políticas y otras organizaciones para evitar malentendidos y controversias similares en el futuro.



Impacto en las elecciones


La disputa en torno a la visita de Trump a Arlington ha tenido un impacto significativo en el clima político de las elecciones. Los demócratas han aprovechado la oportunidad para criticar a Trump, acusándolo de utilizar los sacrificios de los militares para ganar puntos políticos. Por su parte, los republicanos han defendido a su candidato, argumentando que sus acciones son una muestra de su compromiso con los valores y la seguridad nacional.



Este incidente ha puesto de relieve las profundas divisiones políticas que existen en Estados Unidos y cómo incluso los actos de homenaje pueden convertirse en puntos de conflicto. A medida que se acercan las elecciones, es probable que ambos bandos utilicen esta controversia para movilizar a sus bases y persuadir a los votantes indecisos.



Reflexiones finales


En última instancia, la visita de Trump al Cementerio Nacional de Arlington y la subsiguiente disputa subrayan la importancia de mantener ciertos espacios y ceremonias libres de politización. El respeto por los caídos y sus familias debe estar por encima de las disputas políticas y las estrategias de campaña. Este evento también destaca la necesidad de una mayor comunicación y coordinación entre las campañas políticas y las instituciones militares para asegurar que los actos de homenaje se realicen de manera adecuada y respetuosa.



Con las elecciones en el horizonte, es crucial que tanto los candidatos como las instituciones reflexionen sobre cómo sus acciones pueden afectar a la percepción pública y al respeto por las tradiciones y los símbolos nacionales. Solo a través de un compromiso genuino con el respeto y la solemnidad se puede honrar verdaderamente a aquellos que han dado su vida por el país.


EL PAÍS

El plan de la campaña de Donald Trump sonaba bien a priori: una visita el lunes pasado al solemne cementerio militar de Arlington, última morada de 400.000 personas, entre soldados caídos por Estados Unidos, veteranos y sus familias. El expresidente quería señalar con esa aparición el tercer aniversario de la muerte en un atentado suicida en el aeropuerto de Kabul de 13 miembros de las Fuerzas Armadas mientras participaban en la deshonrosa y caótica salida de Afganistán. También buscaba el contraste con Joe Biden, el comandante en jefe que ordenó esa retirada, que vive en segundo plano tras su renuncia y esta semana ha estado de vacaciones. A Trump lo habían invitado los familiares de dos de esos soldados.

La cosa se torció cuando el séquito que lo acompañaba quiso grabar al expresidente y candidato republicano a las próximas elecciones en una zona restringida. Las leyes federales que rigen el cementerio, situado frente a Washington, al otro lado del río Potomac, prohíben las filmaciones en sus terrenos con fines electorales. Una empleada del camposanto, que gestiona el Ejército, se acercó para recordárselo y, según trascendió, primero a través de la radio pública NPR, recibió las malas palabras y los empujones de dos colaboradores de Trump. El incidente se puso en conocimiento del departamento de policía de la Base Conjunta Myer-Henderson Hall, pero la trabajadora en cuestión “decidió no presentar cargos”, por lo que el Ejército, se pudo leer el jueves en un comunicado, “considera este asunto cerrado”.

El altercado se produjo en la sección 60 del cementerio, de acceso limitado y reservada en gran parte a los muertos en Irak y Afganistán. “Fue un incidente lamentable, como lo es el hecho de que la empleada y su profesionalismo hayan sido atacados injustamente. El Cementerio Nacional de Arlington es un santuario para los caídos en las Fuerzas Armadas, y su personal seguirá garantizando que las ceremonias públicas cumplan con la dignidad y el respeto que merecen los caídos”, añadía el texto difundido por el Ejército.

Acusación sin pruebas

En otro comunicado, emitido por la campaña de Trump cuando la noticia saltó a los medios, se explicaba que al fotógrafo que acompañaba al expresidente le estaba permitido “acceder al lugar”. “Un individuo anónimo, que claramente sufría un episodio de salud mental [acusación de la que no se han aportado pruebas], decidió bloquear físicamente a los miembros del equipo del [ex]presidente Trump durante una ceremonia muy solemne”, señala el texto.

Al día siguiente —cuando las cadenas de información ya habían convertido el tema en asunto del día, y de la semana— Trump publicó en sus redes sociales una foto rodeado de las familias que lo habían invitado a Arlington, con un texto en el que estas le agradecían que hubiera aceptado la invitación y que aseguraba que le habían dado permiso para filmar. Sin embargo, no estaba en manos de esas familias dictar excepciones a una ley federal. La foto de los familiares va acompañada de un texto que dice: “El [ex]presidente y su equipo se comportaron con el máximo respeto y dignidad”.

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Ante la sospecha de que Trump fuera a usar la visita con fines electorales, el Departamento de Defensa estableció unas reglas específicas: le dejarían acudir, acompañado de los reporteros gráficos, a hacer una ofrenda a la Tumba del Soldado Desconocido, uno de los puntos más buscados del cementerio, pero la visita a la zona donde están enterrados los muertos en el aeropuerto de Kabul debía ser privada. El expresidente decidió saltarse esas reglas y se hizo acompañar de un fotógrafo y un camarógrafo.

Pocas horas después, los responsables de su campaña publicaron en TikTok un video cuyo tono podría definirse como electoral, con algunas de las imágenes que les habían prohibido tomar. El miércoles, el candidato republicano a la vicepresidencia, J. D. Vance, definió en un acto electoral la polémica como una “exageración de los medios”.

Trump, por su parte, se defendió atacando, y, en un mitin en Míchigan, restó importancia el altercado y acusó a su oponente en las urnas, la candidata demócrata Kamala Harris, vicepresidenta cuando se produjo la salida de Afganistán, de no respetar a las familias de los militares muertos durante la evacuación.

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