Alemania siempre fue, durante los duros años del Brexit, el asidero al que se aferraban los gobiernos británicos para evitar que la relación entre el Reino Unido y la UE naufragara por completo. La canciller Angela Merkel fue la primera en enviar a Londres claras señales de su voluntad de iniciar un nuevo capítulo en las relaciones de ambos países, y su sucesor, Olaf Scholz, ha recibido este miércoles en Berlín al primer ministro británico, Keir Starmer como al hijo pródigo al que ya se puede agasajar. “Queremos intensificar nuestras relaciones, y que esto no se quede en meras declaraciones, sino en el inicio de una senda completamente nueva”, ha anunciado Scholz en la rueda de prensa conjunta. “En los próximos meses, vamos a trabajar en un tratado [bilateral] que abarque todo el arco de esas relaciones. Nunca había existido un tratado así entre el Reino Unido y Alemania”, ha querido resaltar el canciller.
Starmer lleva casi dos meses como primer ministro, y su principal esfuerzo en política exterior se centra en construir buena voluntad a ambos lados del canal de la Mancha. Ya comenzó sus primeros gestos de acercamiento al resto de líderes europeos el pasado 18 de julio en el palacio de Blenheim, cuando el Reino Unido acogió la IV Cumbre de la Comunidad Política Europea.
Con el canciller Scholz se ha reunido ya en cinco ocasiones, contando esta visita. Entre ambos líderes, que pertenecen a la misma familia política socialdemócrata, existe una buena sintonía que juega a favor del propósito reconciliador de Starmer. “El nuevo tratado entre el Reino Unido y Alemania supone una oportunidad que solo se da en una generación, una oportunidad para favorecer a las clases trabajadoras británicas y alemanas, un testamento del alcance y la profundidad de nuestra relación”, ha anunciado el primer ministro, con una retórica algo exagerada y poco acompañada de detalles concretos. El nuevo acuerdo abarcará ámbitos como la ciencia, la tecnología, el desarrollo, la cultura, el comercio y las personas, promete Starmer, y estará listo a finales de este año.
Pero, al mismo tiempo, el dirigente británico reitera, cada vez que se le pregunta, que el Reino Unido ha pasado la página del Brexit. No hay apetito para volver al club comunitario, dice, ni para reincorporarse a su mercado interior o a su espacio aduanero común. Ni siquiera hay voluntad, por parte de Londres, para estudiar la recuperación de un plan de movilidad juvenil que permita recuperar el intercambio de personas entre la isla y el continente, con permisos limitados de estudios o empleo para los menores de 30 años, como persiguen muchos países de la UE.
Menos contactos
El canciller Scholz ha reiterado esta petición a su homólogo durante la comparecencia conjunta: ”Los contactos entre alemanes y británicos han descendido drásticamente después del Brexit y de la pandemia. Queremos cambiar eso”, ha dicho.
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El líder alemán también ha definido al Reino Unido como un “socio indispensable”, pero ha evitado que pudiera transmitirse la idea de que la bilateralidad celebrada durante la visita fuera un modo de esquivar la necesaria relación entre Londres y Bruselas. “Con el acuerdo de retirada, el protocolo de Irlanda, el acuerdo marco de Windsor y el acuerdo de comercio y cooperación [los cuatro tratados internacionales que sellaron el Brexit] tenemos un marco legal confiable que necesitamos desarrollar plenamente”, ha señalado Scholz.
Starmer es consciente de que las capitales comunitarias tienen pocas ganas de reabrir unos tratados cuya conclusión costó sangre, sudor y lágrimas. El nuevo Gobierno laborista se aferra a la posibilidad de mejorar aspectos técnicos del acuerdo comercial con la UE cuando se abra el plazo de su revisión, previsto para 2025, pero Bruselas ya ha dejado claro que esa ventana se previó para corregir o mejorar lo ya acordado, no para renegociar su contenido.
Cooperación en defensa
La visita de Starmer, que incluye Berlín y París, es un paso más en la reconstrucción de relaciones a la que se ha comprometido el primer ministro británico. “Es una oportunidad en una generación para reiniciar nuestra relación con Europa. Debemos pasar la página del Brexit y recomponer las relaciones rotas que dejó atrás el anterior Gobierno [británico]”, ha prometido.
La estrategia del Partido Laborista para tender puentes con la UE que permitan, más adelante, aspirar a mejoras económicas o comerciales, se diseñó antes incluso de su victoria electoral del pasado 4 de julio. El equipo de Starmer está convencido de que una cooperación estrecha de Londres con el resto de gobiernos comunitarios en materia de defensa será la vía más rápida hacia una normalización de las relaciones. Starmer y Scholz han expresado su completa sintonía respecto al apoyo a Ucrania, en defensa del derecho de Israel a defenderse, dentro del marco de la legalidad internacional, o en la necesidad de impulsar un futuro estado palestino.
Ambos dirigentes han anunciado los trabajos conjuntos en un nuevo acuerdo bilateral en materia de defensa, negociado en paralelo al tratado dado a conocer este miércoles.
El primer ministro británico es consciente, como lo era su predecesor conservador, Rishi Sunak, de que necesita a los países europeos y a la UE para hacer frente a un desafío que comparten todos ellos, incluido el Reino Unido: la inmigración irregular. Starmer y Scholz han acordado la elaboración de un plan conjunto para compartir inteligencia y recursos en esta materia.
El canciller, muy presionado por la oposición para endurecer las leyes migratorias tras el atentado que el viernes pasado provocó tres muertes a manos de un refugiado sirio, ha aprovechado la rueda de prensa conjunta para anunciar que se sentará con el líder de la CDU a estudiar nuevas medidas. “No vamos a hacer como si nada hubiera pasado; sacaremos las lecciones que sean necesarias”, ha afirmado. Scholz ha recordado que las entradas irregulares ya se han reducido un 20% en los últimos meses, desde que se pusieron en marcha controles fronterizos, pero ha reconocido que no es suficiente.
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