Cuando los ingenieros mandan más que los contables, nacen coches como el brillante Mercedes 500E



En el mundo de la automoción, la eterna batalla entre la ingeniería y la contabilidad puede marcar el destino de un vehículo. Cuando los ingenieros tienen la última palabra, el resultado puede ser un automóvil que roza la perfección tanto en diseño como en rendimiento. Un ejemplo emblemático de este fenómeno es el Mercedes 500E, un coche que ha dejado una huella imborrable en la historia del automóvil.



El origen de un icono


El Mercedes 500E nació a principios de los años 90, en una época donde Mercedes-Benz buscaba redefinir lo que significaba lujo y rendimiento en un sedán. El proyecto comenzó con una colaboración entre Mercedes y Porsche, una unión que prometía grandes cosas desde el inicio. Porsche se encargó de ensamblar el 500E en sus instalaciones de Zuffenhausen, Alemania, lo que ya de por sí añadía un toque de exclusividad a este modelo.



Ingeniería de primera clase


La ingeniería detrás del Mercedes 500E es impresionante. Equipado con un motor V8 de 5.0 litros, este coche no solo ofrecía potencia, sino también una suavidad y refinamiento que eran difíciles de encontrar en otros vehículos de la época. Con una potencia de 326 caballos, el 500E podía acelerar de 0 a 100 km/h en menos de seis segundos, una hazaña notable para un sedán de su tamaño y peso.



Pero la verdadera magia del 500E residía en su chasis y suspensión. Mercedes y Porsche trabajaron juntos para desarrollar una suspensión que ofreciera una conducción deportiva sin sacrificar el confort. El resultado fue un coche que se sentía igualmente a gusto en una autopista alemana a alta velocidad como en una carretera sinuosa de montaña.



Estilo y lujo en cada detalle


El diseño del Mercedes 500E también reflejaba la atención al detalle y el compromiso con la calidad que caracterizaba a Mercedes-Benz. Con un exterior elegante y aerodinámico, el 500E destacaba por su discreta pero poderosa presencia. En el interior, los materiales de alta calidad y el diseño ergonómico creaban un entorno de lujo y confort inigualables.



Cada detalle, desde los asientos de cuero hasta el sistema de sonido de alta fidelidad, estaba pensado para ofrecer la mejor experiencia posible al conductor y los pasajeros. La cabina del 500E era un lugar donde se podía apreciar la diferencia que marca un enfoque centrado en la ingeniería y la calidad.



Impacto y legado


El Mercedes 500E no solo fue un éxito en su época, sino que también dejó un legado duradero en la industria automotriz. Fue un coche que demostró lo que podía lograrse cuando los ingenieros tenían la libertad de innovar y crear sin las restricciones impuestas por la contabilidad. Su éxito inspiró a otros fabricantes a seguir un enfoque similar, dando prioridad a la ingeniería y la calidad por encima de los costos.



Hoy en día, el Mercedes 500E es considerado un clásico y sigue siendo altamente valorado por los entusiastas del automóvil. Su reputación como uno de los mejores sedanes de alto rendimiento de todos los tiempos está bien merecida, y su influencia se puede ver en muchos de los coches de lujo modernos.



Un clásico atemporal


En resumen, el Mercedes 500E es un ejemplo perfecto de lo que puede suceder cuando los ingenieros tienen la última palabra. Es un coche que combina potencia, lujo y refinamiento en un paquete que sigue siendo impresionante incluso décadas después de su lanzamiento. Es un recordatorio de que, en el mundo del automóvil, el verdadero éxito viene de la pasión por la ingeniería y el compromiso con la excelencia.



Para aquellos que tienen la suerte de poseer o conducir un Mercedes 500E, la experiencia es algo que no se olvida fácilmente. Es un coche que ofrece una conexión única entre el conductor y la máquina, una conexión que sólo puede ser creada por un enfoque intransigente en la calidad y la ingeniería. Es, en todos los sentidos, un coche brillante.



Ver vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=example


Cuando los ingenieros mandan más que los contables, nacen coches como el brillante Mercedes 500E (+vídeo)

Este coche es quizá el último exponente de una época pasada. Una época en la que los ingenieros y los técnicos estaban muy por encima de los contables en el organigrama de Mercedes. Una época en la que el lema «lo mejor o nada» se tomaba al pie de la letra. El 500E fue el mejor de los Mercedes W124, considerados a su vez por muchos expertos como los mejores Mercedes de todos los tiempos. En este artículo – y su vídeo – queremos contaros la historia, innovaciones y curiosidades de esta berlina deportiva tan especial. También queremos contaros qué se siente a su volante y aclarar su conexión con Porsche, muy especial, pero que ha dado lugar a todo tipo de mitos.

Historia del Mercedes 500E W124

Los Mercedes W124 fueron lanzados al mercado en 1984, y tenían un arduo trabajo por delante: ser los sucesores de los icónicos W123, que contribuyeron a cimentar la reputación de Mercedes a nivel global y fueron un verdadero éxito en mercados clave como Estados Unidos. Los W124 se desarrollaron casi al mismo tiempo que los W201, y ocupaban una posición intermedia en la gama de Mercedes: estaban por encima de los Baby-Benz, pero por debajo de los W126, los Mercedes Clase S de la época. En verdad, el cliente de los W124 era el más exigente, tradicional y conservador.

Los W124 fueron concebidos tras las crisis del petróleo de los setenta, y su ambicioso desarrollo tuvo muy en cuenta la eficiencia en el consumo de combustible. Por ello, la aerodinámica fue un factor clave en su diseño, así como el uso de nuevas familias de motores en línea de cuatro, cinco y seis cilindros, reservando los V8 a productos de estatus como la gama roadster y los Clase S.

A finales de los años ochenta la reputación de los W124 y su calidad estaba fuera de toda duda, pero el escenario de juego había cambiado de forma radical. BMW estaba presionando duramente a Mercedes con los Serie 5 E34, lanzados en 1987, y ya había un M5 en su anterior generación, para el que los de Stuttgart no tenían respuesta. Además, la amenaza japonesa de Lexus, Acura e Infiniti les estaba haciendo daño a nivel comercial en mercados como Estados Unidos. Mercedes decide entonces dar un golpe sobre la mesa y presentar el verdadero buque insignia de los Mercedes W124, diseñado para callar bocas tanto en Tokio como en Munich.

En octubre de 1990 se presenta en el Salón de París el Mercedes 500 E

Érase una vez un coche a un V8 pegado

El protagonista indiscutible del 500E es este motor 5.0 V8. Se llama M119, tiene 326 CV y fue estrenado en 1989 en el 500SL de la generación R129. Es un motor con culatas multiválvula de aluminio, sumando un total de 32V. Este motor solo se podía asociar a una caja de cambios automática de cuatro velocidades, la única que podía soportar sus 480 Nm de par motor. Lo realmente interesante, y el detonante del convulso desarrollo y fabricación del 500 E, es que Mercedes nunca contempló durante su desarrollo que un W124 llegaría a montar motores V8, ya que el W124 debía ser relativamente eficiente y los V8 estaban reservados para los tope de gama de Mercedes.

Esto suponía un problema y motivó que Mercedes recurriese a ciertos vecinos afincados en Zuffenhausen para solucionarlo. A finales de los años ochenta, Porsche atravesaba una grave crisis económica, fruto del desplome en las ventas de sus coches. Mercedes estaba muy ocupada desarrollando los W140 y R129, y tenía la necesidad de responder rápidamente a la amenaza japonesa lanzando un Mercedes W124 con motor V8. Sin salir de Stuttgart, Mercedes contrató los servicios de ingeniería de Porsche Engineering. Firmó un contrato con Porsche en 1987, cuyo cometido sería desarrollar la adaptación de los nuevos motores V8 de Mercedes a los W124, así como ponerlos a punto.

El 500E estaba construido con ingredientes 100% Mercedes, pero su receta fue «cocinada» por Porsche

El 500E fue desarrollado al mismo tiempo que el 400E, y el trabajo principal de Porsche fue adaptar el V8 al vano motor del W124. El ensanchamiento del 500E era de solo 56 mm, pero eso impedía que entrasen físicamente en las líneas de producción de Mercedes en Sindelfingen. Mercedes subcontrató a Porsche parte de su producción, en las líneas de producción donde se habían producido los recientes 959. El proceso era una verdadera locura: Mercedes enviaba a Zuffenhausen una carrocería de 300 E, que era ensanchada y reforzada por Porsche. Porsche la enviaba de vuelta a Sindelfingen, donde era pintada y galvanizada.

Se enviaba de vuelta a Zuffenhausen, y de forma casi artesanal, se montaban sobre ella todos los componentes del coche. Una vez completo, se enviaba de vuelta a Mercedes para el control de calidad final y entrega. Este proceso y sus controles de calidad enfermizos llevaban la barbaridad de 18 días por coche, y provocaba que su coste duplicase el de un 300E. Los 400E, de carrocería estrecha, no tenían ese problema, y eran producidos íntegramente por Mercedes. Para simplificar este infierno productivo, se decidió no contar producir 500 E con volante a la derecha y limitar la producción del coche a 2.400 unidades al año.

El Mercedes 500E, en detalle

Los Mercedes W124 fueron diseñados por el italiano Bruno Sacco, y aunque muchas personas, fruto del desconocimiento, denostan su aspecto aparentemente cuadriculado… estos coches son una perfecta fusión entre función y forma. Son elegantes, tienen unas proporciones perfectas… y aunque no lo parezcan, son extremadamente aerodinámicos. Los W126, W201 y W124 fueron diseñados casi al mismo tiempo, y Bruno Sacco quiso que fuesen coherentes entre sí – pese a ser coches de orientación dispar – además de coherentes con sus antepasados directos.

En el frontal de todos los W124 tenemos unos faros de enormes dimensiones, de cristal, y que proyectan un haz de luz espectacular y canalizan el aire hacia la admisión del V8. Además, en la época, tener limpiaparabrisas en los faros era un extra de auténtico lujo. Los cromados de la calandra son de verdad, y su superficie permite una óptima refrigeración del motor, especialmente importante en un 500E. Los paragolpes específicos envuelven perfectamente la parte baja del frontal, canalizando el aire hacia los bajos, y la parte lateral del coche. Su CX de 0,29 era el mas bajo en su momento en el segmento de las berlinas, y tuvieron que pasar bastantes años hasta ser mejorado por alguno de sus rivales.

Además, el trabajo aerodinámico también afectaba a sus bajos y elementos de suspensión. Antes de pasar al lateral quiero hablaros de su gigantesco brazo limpiaparabrisas, una de las señas de identidad de los W124. El parabrisas de brazo único fue estrenado en los Mercedes W201, y se montó de serie en todos los W124. Su brazo cubría el 86% de la superficie del parabrisas, gracias a su eje central excéntrico. Además, tenía conductos calefactados para el líquido lavaparabrisas, evitando que se congelase en los duros inviernos germanos.

En su momento, tenía un Cx de solo 0,29. Un dato impresionante en los años ochenta

Del lateral lo primero que nos llama la atención son las aletas ensanchadas que ya os enseñamos antes. Dan al coche un aspecto musculoso, aun siendo relativamente discreto. Fueron necesarias para que el coche tuviese un mayor ancho de vías (cuatro centímetros delante, tres detrás) y albergar unos neumáticos y llantas mayores. De 16 pulgadas, con neumáticos 225/55 ZR16, en la época, dignos de un superdeportivo. Del perfil lateral me gustaría tambien destacar esta preciosa limpieza de líneas y la gran superficie acristalada, algo que hemos perdido en los últimos años.

Desde una toma cenital es posible ver cómo el W124 no es tan “bloque” como parece: su zaga se estrecha en busca de ese rendimiento aerodinámico del que os hablaba antes. La discreción sigue imperando en la parte trasera, con solo un discreto emblema – suprimido en muchas ocasiones – y el mismo escape que cualquier W124 de seis cilindros. Antes de pasar a su interior, un último detalle: ¿sabéis por qué sus pilotos tienen esta forma? Para que la suciedad y la nieve no los oculten en los duros inviernos centroeuropeos.

El interior del Mercedes 500E es prácticamente idéntico al de cualquier W124, y eso significa varias cosas. En primer lugar, una calidad increíble para la época: los clientes pedían diseño sobrio y materiales como la madera (perfil tradicional), y unos acabados que no solo han soportado muy bien el paso del tiempo a nivel de diseño, si no que también han presumido de una durabilidad impresionante. En segundo lugar, una ergonomía de primer nivel, combinando asientos con múltiples ajustes, columna de dirección ajustable (opcional) y decenas de botones que tanto nos gustan.

La atención al detalle es enfermiza: tenemos un parasol central y un botón para abatir desde el puesto de conducción los reposacabezas traseros. La instrumentación del 500E no era diferente a la de otros W124, y ni siquiera tiene un velocímetro tarado hasta los 300 km/h. La visibilidad de las agujas es espectacular, los relojes son claros y de gran tamaño, y tiene una fila de testigos en la parte inferior. Un detalle a tener en cuenta es que los asientos delanteros son más deportivos, y están más desplazados hacia los lados – el motivo era un túnel central mas ancho, necesario para albergar el doble catalizador de su motor.

La durabilidad y calidad de los Mercedes de los ochenta está fuera de toda duda

El 500E, al contrario que otros W124, era un cuatro plazas estricto. El motivo era que el diferencial trasero era tan grande que impedía montar el mullido necesario en el asiento central. Además, como os contamos antes, el túnel central era mas ancho y el coche requirió refuerzos adicionales en el chasis en la zona trasera. Y que queréis que os diga… se ve mucho mejor con cuatro plazas. Además, la sujeción lateral de estos asientos es sensacional. Por cierto, el aislamiento de los 500E era tan sensacional, que un equipo de desarrolladores ni siquiera advirtió, absortos en una conversación, que el conductor estaba rodando por la Autobahn a 250 km/h.

No es relevante hablar del maletero del 500E salvo por un detalle: la batería fue movida al maletero por reparto de pesos, y por falta de espacio bajo el vano motor, su espacio lo ocupaba la centralita del motor. Por si quedaba alguna duda, el 500E es un producto 100% Mercedes, al contrario que coches como el Audi RS2 Avant, una colaboración mucho más estrecha entre Porsche y Audi.

Al volante del Mercedes 500E

Pero dejémonos de tecnicismos, porque es hora de probar el 500E y averiguar qué se siente a sus mandos. Esta unidad que nos han cedido amablemente los amigos de Cochera, en Cercedilla, Madrid, tiene 143.000 km. Es un kilometraje muy modesto para un W124, pero hay que recordar que este coche tiene 33 años a sus espaldas. Y resulta de verdad impresionante comprobar la suavidad con la que ha arrancado, su ralentí suave e imperceptible, y desde el momento que arrancamos, la finura que percibo en todos sus mandos. Como todos los W124, el 500E monta una suspensión delantera de tipo McPherson, con la peculiaridad de tener el muelle separado de su amortiguador.

Esta generación estrenó un eje trasero multibrazo de nuevo desarrollo. Mercedes probó ocho sistemas diferentes y optó por este compacto sistema de cinco brazos, que combinaba la agilidad de compacto con la calidad de rodadura de un Clase S. Este sistema se perpetuó durante décadas en Mercedes. Como peculiaridad, la suspensión del 500E procedía del Mercedes 500SL, y su eje trasero era autonivelante, con un sistema hidroneumático que mantenía la zaga al mismo nivel con independencia de lo cargado que fuese el coche. Esto era importante para garantizar el buen trabajo de los amortiguadores en un coche 23 mm más bajo que un 300E.

El 500E era un coche muy rápido y potente, pero tenía que ser imperturbable y cómodo a velocidades de Autobahn, compitiendo con coetáneos como el BMW M5 E34. La presencia del motor V8 es constante desde el momento en que comenzamos a circular, pero es un suave murmullo hasta que hundimos el pie derecho. Es entonces cuando nos catapulta hacia delante, con un rugido mecánico digno de un caza de combate. Es un sonido ronco y deportivo, y se percibe claramente en el interior gracias a la ausencia de filtros de partículas o sonidos amplificados mediante los altavoces.

A ritmos tranquilos, es tan dócil y cómodo como cualquier W124. A ritmos ágiles, es un coche muy diferente

De los Mercedes 500 SL también heredó el sistema de frenado, con discos delanteros de 300 mm, abrazados por pinzas fijas de cuatro pistones y gran mordida. En 1993, heredería del 600SL unos frenos aún mayores, de 320 mm de diámetro. Aunque los W124 eran coches relativamente ligeros, sus refuerzos, su V8 y todo su equipamiento elevaban su peso hasta los 1.710 kilos en orden de marcha. Es un peso casi 300 kilos superior al de un 300E con motor de 24 válvulas, y a 250 km/h, hace falta una buena frenada para parar este misil tierra-tierra. Aun así, es un coche que se siente ligero y ágil con respecto a una berlina del presente, pero con una compostura digna de un Mercedes de antaño.

Me sorprende el tacto tan agradable y comunicativo de la dirección, y el paso por curva eficaz pero seguro del coche. El control de tracción ASR es bastante intrusivo, pero evita que nos metamos en problemas si tentamos a las leyes de la física. El cambio automático de cuatro relaciones es de convertidor de par y no es tan rápido como los actuales, pero no es tan lento como piensas al cambiar de marcha. Y la verdad, casa muy bien con la filosofía del 500E. Sobre el papel, los 500E firmaban un 0 a 100 km/h de 6,1 segundos, con una punta limitada a 250 km/h por electrónica. Deslimitado, podía llegar a los 286 km/h por desarrollo, llegando al corte de inyección en cuarta.

Tras su lavado de cara, en 1993, pasó a ser denominado Mercedes E500. Dejó de producirse en 1995, cuando terminó la producción de los W124 de cuatro puertas

Hoy en día nos pueden parecer cifras no muy impresionantes, pero en el año 1991 lo habitual era que un utilitario tuviera apenas 50 CV y el coche familiar medio era un Renault 19. El 500E destacaba por su absoluta contundencia y prestaciones, combinada con el refinamiento y la calidad que cabía esperar de un W124. Era un auténtico lobo con piel de cordero, y uno de los coches más especiales de una Mercedes que aun siquiera había adquirido a AMG.

Del Mercedes 500E se fabricaron 10.479 uds. entre 1990 y 1995. Era un coche auténticamente prohibitivo: partía de 13.535.000 pesetas cuando empezó a venderse en 1991 en España, equivalentes a 170.000 euros hoy en dia. En comparación con los 2,74 millones de W124 fabricados, es una auténtica rareza. En estos momentos, una buena unidad se cotiza en el entorno de los 50.000 euros, y su valor no hace mas que crecer. La unidad que hemos probado, por cierto, se encuentra

Deja una respuesta