Los videojuegos benefician la salud mental y aumentan la satisfacción de vida | Salud y Bienestar

EL PAÍS

La concepción de los videojuegos ha pasado por varias transformaciones en las últimas décadas, pasando de ser vistos como una amenaza a ser reconocidos por sus posibles beneficios para la salud mental. A pesar de las críticas frecuentes que alegan que los videojuegos pueden fomentar la violencia, la adicción y el aislamiento, la evidencia científica respalda cada vez más la idea de que jugar puede ser beneficioso para el bienestar mental.

Un estudio reciente publicado en la revista científica Nature Human Behaviour ha llegado a la conclusión de que jugar videojuegos puede tener un impacto positivo en la salud mental, ayudando a disminuir la angustia psicológica y mejorar la satisfacción con la vida. Este informe se destaca por la cantidad de datos utilizados, con más de 97,000 participantes, y por la implementación de cuestionarios y técnicas de machine learning para optimizar los resultados.

El autor principal del estudio, Hiroyuki Egami, científico del comportamiento de la Universidad de Nihon en Tokio, y su equipo, aprovecharon la oportunidad única que se presentó durante la pandemia para llevar a cabo su experimento. En Japón, durante la pandemia, la adquisición de una PlayStation 5 o una Nintendo Switch solo era posible tras ganar un sorteo nacional. Los investigadores recogieron información sobre la salud mental de los participantes en este sorteo y compararon las respuestas de los ganadores y los perdedores.

Los resultados mostraron que poseer una consola de videojuegos reducía la angustia psicológica y mejoraba la satisfacción con la vida. Además, jugar con regularidad también demostró tener efectos positivos en la salud mental, especialmente durante las primeras tres horas de juego. Los beneficios de jugar se desvanecían después de ese tiempo, pero no se observaron efectos dañinos.

El estudio consideró factores como la edad de los participantes, su género y su situación socioeconómica. Además, la diferenciación entre los tipos de consolas permitió obtener datos interesantes. Por ejemplo, la Nintendo Switch demostró tener mayores beneficios para los adolescentes y las mujeres, mientras que la PlayStation 5 funcionaba mejor en jóvenes profesionales y adultos sin hijos.

El potencial adictivo de los videojuegos ha sido un área de preocupación desde los primeros años del siglo XXI. Un estudio realizado en 1999 relacionó un aumento de la dopamina en personas que jugaban videojuegos con la adicción. Sin embargo, esta relación ha sido cuestionada, ya que la dopamina también aumenta con actividades como comer o tener relaciones sexuales.

La Organización Mundial de la Salud reconoce la adicción a los videojuegos como un trastorno mental. Sin embargo, este trastorno es una realidad minoritaria, como señala Peter Etchells, profesor de psicología en la Universidad de Bath. Etchells sugiere que debería fomentarse la colaboración entre la comunidad científica y los fabricantes de consolas para realizar estudios más ambiciosos.

En el pasado, los videojuegos han sido vinculados con actos de violencia en el mundo físico. Sin embargo, un estudio longitudinal publicado en Nature en 2018 refutó esta idea. No se registraron diferencias significativas en las reacciones de los jugadores del Grand Theft Auto V y los del simulador social Sims 3 ante situaciones de la vida real.

El juego, especialmente en la infancia, es una forma esencial de aprender y desarrollar habilidades. Peter Etchells reflexiona: «Más allá de las necesidades básicas y los instintos, diría que jugar es lo más importante que podemos hacer».

Hoy en día, existe una brecha significativa entre la evidencia científica y la percepción pública sobre los videojuegos. A pesar de las impresiones negativas generalizadas, las investigaciones recientes sugieren que los videojuegos pueden tener un impacto positivo en la salud mental.

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