Las vacaciones son más que un simple descanso del trabajo o las obligaciones cotidianas. Según los expertos, también brindan al cerebro un respiro necesario, permitiéndole entrar en un modo predeterminado o de «servicios mínimos» donde puede descansar y recargarse. Este modo predeterminado se activa cuando el cerebro está en reposo, no concentrado en tareas específicas y puede permitirnos fantasear, recordar experiencias personales y reflexionar sobre nosotros mismos y el futuro.
La anticipación de las vacaciones puede incluso estimular la producción del neurotransmisor dopamina, que nos motiva y aumenta nuestro deseo de descanso. Este proceso es impulsado por la red neuronal predeterminada, que se activa cuando soñamos despiertos o divagamos mentalmente.
Una vez que llegamos a nuestro destino de vacaciones, el cerebro entra en un estado más relajado. Este entorno de descanso permite al cerebro liberarse de la supervisión constante de la corteza prefrontal, que es responsable de planificar tareas, tomar decisiones y regular las emociones.
Aunque el cerebro nunca descansa completamente, incluso durante el sueño, durante las vacaciones a menudo utiliza una red neuronal que se activa cuando no tenemos nada específico que hacer. Este modo predeterminado de funcionamiento cerebral es saludable y favorece la divagación mental y la autorreflexión.
Menos preocupados por las tareas concretas, tenemos más tiempo para estar ‘en las nubes’ o en modo por omisión, un estado muy saludable para el cerebro. Este estado nos permite simular situaciones sociales o futuras, lo que puede contribuir a un comportamiento más adaptativo, según Carmen Cavada, profesora de Anatomía Humana y Neurociencia en la Universidad Autónoma de Madrid.
Esta red neuronal, descrita por primera vez hace solo dos décadas por el neurocientífico Vinod Menon de la Universidad de Stanford, está formada por un gran grupo de regiones de nuestro cerebro que se activan cuando soñamos despiertos o recordamos recuerdos. Su descubrimiento ha revolucionado nuestra comprensión del cerebro humano y ha atraído una creciente atención de los neurocientíficos.
Según Menon, la red neural predeterminada integra la memoria y el lenguaje para crear una narrativa interna coherente que refleja nuestras experiencias individuales. Esta narrativa es fundamental para la construcción del yo, nuestra percepción de nosotros mismos y cómo interactuamos con los demás.
El mal funcionamiento de esta red está implicado en casi todos los trastornos psiquiátricos y neurológicos, incluyendo la enfermedad de Alzheimer, la depresión y la esquizofrenia. En personas propensas a la ansiedad, la red no se desactiva lo suficiente cuando estamos concentrados en una tarea, lo que puede llevar a distracciones y errores.
Las vacaciones también pueden estimular la creatividad. Un estudio reciente publicado en la revista Brain sugiere que la red neuronal predeterminada funciona todo el tiempo, manteniendo conexiones con otras redes neuronales del cerebro. Esto permite mantener un flujo espontáneo de consciencia, según Ben Shofty, neurocirujano y experto en neurociencia de sistemas de la Universidad de Utah.
Además, las vacaciones pueden ser una oportunidad para ejercitar esta red predeterminada. Según un estudio publicado en Frontiers in Human Neuroscience, las técnicas de meditación no directiva, que permiten que los pensamientos y emociones surjan espontáneamente, pueden activar la red neuronal predeterminada y facilitar el procesamiento mental de las experiencias emocionales.
Pero las vacaciones no deberían ser solo sobre la inactividad. Según Carmen Cavada, lo que más daña a las neuronas, junto con el estrés, es el aburrimiento. Cambiar de ubicación, incluso por unos días, puede estimular el cerebro y potenciar las regiones asociadas con el aprendizaje, la memoria, la creatividad y el pensamiento crítico.
Además, es importante realizar diferentes actividades, tanto físicas, que reducen el estrés, como intelectuales, que mantienen en forma al cerebro y fomentan la empatía y la imaginación. La interacción social también es muy estimulante para el cerebro y puede reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Las vacaciones pueden ayudar a reiniciar nuestros ritmos circadianos, o relojes biológicos internos, que pueden ser alterados por la falta de exposición a la luz diurna durante el trabajo en espacios cerrados. Pasar más tiempo al aire libre puede ayudar a sincronizar estos ritmos, según Juan Antonio Madrid, profesor de la Universidad de Murcia y experto en cronobiología.
Finalmente, el contacto con la naturaleza durante las vacaciones puede tener beneficios significativos para el cerebro. Según un estudio publicado en Nature Neuroscience, los residentes urbanos tienen entre un 20% y un 40% más de probabilidades de desarrollar ansiedad o trastornos del estado de ánimo que los residentes rurales. La exposición a espacios verdes puede reducir la actividad de la corteza prefrontal durante el procesamiento de emociones negativas, lo que puede compensar una menor capacidad de regulación neuronal.
En conclusión, las vacaciones no son solo un lujo, sino una necesidad para la salud de nuestro cerebro. Proporcionan un respiro necesario, estimulan la creatividad, ayudan a reiniciar nuestros ritmos circadianos y ofrecen la oportunidad de interactuar con la naturaleza, lo que puede tener beneficios significativos para nuestra salud mental y emocional.