Lula da Silva, el presidente de Brasil, ha dado a conocer su posibilidad de que se repitan las elecciones presidenciales en Venezuela, desafiando la legitimidad del actual mandatario, Nicolás Maduro. Durante una entrevista radiofónica, Da Silva afirmó que Maduro «debe una explicación al mundo», poniendo en duda la validez de las elecciones recientes en las que Maduro fue declarado ganador.
Esta afirmación del presidente brasileño no es una sorpresa, ya que Da Silva y su asesor internacional, Celso Amorim, han sido críticos con la situación en Venezuela. Da Silva sugirió que si Maduro tuviera «sentido común», podría convocar nuevas elecciones e incluso crear un comité electoral con miembros de la oposición y observadores internacionales.
Amorim, por su parte, planteó la posibilidad de una especie de segunda vuelta electoral, algo que no existe en la legislación electoral venezolana. Esta propuesta añade una capa más de complejidad a la ya tensa situación política en Venezuela.
En un sorprendente giro de los acontecimientos, se informó inicialmente que la Casa Blanca apoyaba la «solución Lula» de nuevas elecciones. Sin embargo, esto fue corregido posteriormente por la Administración Biden, alegando que el presidente de los Estados Unidos había malinterpretado la pregunta. Este desliz provocó confusión, ya que Estados Unidos ha criticado enérgicamente el «megafraude» de Maduro y ha reconocido a González Urrutia como el verdadero ganador de las elecciones.
Da Silva también propuso la formación de un gobierno de coalición entre el chavismo y la oposición. Sin embargo, esta sugerencia fue rechazada por Maria Corina Machado y Edmundo González Urrutia, quienes han rechazado previamente la posibilidad de repetir las elecciones. Según el 83% de las actas electorales custodiadas por la oposición, Machado y Urrutia derrotaron a Maduro por un margen significativo, con Urrutia obteniendo el 67% de los votos frente al 30% de Maduro.
En su entrevista, Da Silva insistió en que aún no se sabe quién ganó las elecciones en Venezuela, ya que las actas no se han divulgado y, por lo tanto, no se han podido verificar de manera independiente. Esta es la postura que Brasil ha mantenido desde el principio, formando un trío mediador con México y Colombia.
En una sorprendente decisión, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, decidió retirarse del trío mediador y apoyar a Maduro, sugiriendo que el Tribunal Supremo venezolano debería resolver las acusaciones de fraude. Da Silva admitió que sus relaciones con Maduro, a quien describió como el «hijo de Chávez», no están en su mejor momento.
Da Silva también se refirió a la llamada Patria Grande, la utopía que los izquierdistas, populistas y revolucionarios quieren imponer con la excusa de una América integrada. Esta visión contrasta con la postura que Da Silva adoptó cuando ganó su última victoria electoral sobre Jair Bolsonaro por un margen estrecho y Bolsonaro intentó impugnar el resultado.
En respuesta a la propuesta de una segunda elección, Machado declaró que la idea era una falta de respeto para los venezolanos. El presidente colombiano, Gustavo Petro, también se enfrentó a Maduro por primera vez, sosteniendo que depende de él encontrar una solución política para Venezuela.
Petro sugirió que la experiencia de Colombia con el Frente Nacional podría ser útil para Venezuela. El Frente Nacional fue un acuerdo entre liberales y conservadores para garantizar la democracia tras una época de dictadura.
Por último, el presidente mexicano López Obrador decidió distanciarse definitivamente de la mediación, apoyando la propuesta del chavismo de delegar la resolución del conflicto en el Tribunal Supremo, cuyas decisiones son dictadas por el Palacio de Miraflores.