Recientemente, los transeúntes de la calle Pedro de Valdivia en Santiago de Chile se sorprendieron al ver la fachada cerrada del famoso restaurante Liguria. El dueño del establecimiento, Marcelo Cicali, aumentó la intriga publicando en Instagram una imagen de un cerdito de plástico con gafas de sol y una mochila, sugiriendo un cambio de rumbo. Esta imagen, acompañada de música de José Luis Perales, provocó una ola de tristeza entre los clientes habituales.
“Qué pena más grande, décadas gozando en el Liguria de P. de Valdivia. Gracias por tan lindos recuerdos”, escribió un cliente en respuesta a la publicación de Cicali, reflejando el sentimiento general de los comentarios. Sin embargo, Cicali aclaró que el cierre no es permanente. El restaurante reabrirá en unas dos semanas con un nuevo enfoque totalmente distinto, probablemente vegetariano.
La historia del Bar Liguria se remonta a 1990, cuando abrió sus puertas por primera vez en Avenida Providencia 2682, cerca de Tobalaba. El Liguria de Pedro de Valdivia, en el número 047, comenzó a funcionar en 2001. Con el tiempo, el local se hizo pequeño para la demanda y en 2011 se amplió al local vecino.
El Liguria ha sido durante tres décadas un lugar emblemático de la bohemia santiaguina, frecuentado por músicos, políticos, abogados, periodistas y escritores. Durante su apertura en 2011, la banda Los Bunkers y Álvaro Díaz improvisaron canciones inolvidables como una versión de Hotel California. Otros artistas como Parquímetro y Cuturrufo también se presentaron en el local.
Los hermanos Juan Pablo y Marcelo Cicali son los fundadores de los Liguria. En la declaración de principios que aparece en su página web sostienen que, aunque el restaurante ha evolucionado, siguen creyendo en un Chile nuevo y distinto, más inclusivo, tolerante y acogedor.
Como a todo el sector gastronómico, la pandemia y el estallido social han supuesto un duro golpe para los Cicali. Sin embargo, Marcelo Cicali se muestra optimista sobre el futuro. A pesar de los retos que la pandemia y el estallido social representaron, ve en ello una oportunidad para reflexionar sobre la oferta, mejorar la estructura interna del negocio y seducir mejor a los clientes.
En sus mejores momentos, los Liguria vendían varios millones de dólares al año. En 2013, el restaurante facturó 8,3 millones de dólares. Aunque el local de Pedro de Valdivia representaba solo el 23% de las ventas, su cierre marca el fin de una era.
El Liguria ha sido siempre reconocible no solo por su comida, sino también por su ambientación única. Cada local tiene un sello particular a cargo de El Bazar de la Fortuna, que reúne elementos de la cultura popular chilena del pasado y presente, fotos de cine y fútbol.
En resumen, aunque el cierre del Liguria de Pedro de Valdivia marca el fin de una era, los dueños están dispuestos a reinventarse y seguir siendo un referente en la gastronomía chilena. Como dijo Marcelo Cicali: «Nos pateó la jaula a todos. Y eso te rejuvenece. Al final te obliga a pensar. Yo así lo he vivido y veo un futuro bueno en la gastronomía chilena».