‘Dos proteínas del músculo actúan como un ‘interruptor’ para el deseo de hacer ejercicio’

Existe un ‘interruptor’ del deseo de hacer deporte: dos proteínas del músculo

Los científicos han hecho un descubrimiento interesante sobre cómo nuestro cuerpo regula el deseo de hacer ejercicio. Según un reciente estudio liderado por Guadalupe Sabio, del Grupo de interacción entre órganos en las enfermedades metabólicas del CNIO, el cuerpo tiene una vía de señalización entre el músculo y el cerebro que influye en el impulso para hacer ejercicio. Esta vía de señalización es una de las formas en que nuestro cuerpo nos motiva a hacer más deporte, incluso después de haber realizado una actividad física intensa.

El estudio, publicado en la revista científica Science Advances, también muestra que las proteínas que produce el músculo durante el ejercicio se regulan entre sí. Esta regulación es un mecanismo de protección del cuerpo para evitar que el deseo de hacer ejercicio llegue a un punto en el que pueda ser perjudicial para la salud.

Los hallazgos del estudio se basan en datos obtenidos tanto de modelos animales como de humanos, incluyendo voluntarios que realizaron ejercicios controlados y pacientes con obesidad. Según los autores del estudio, la vía de señalización identificada desempeña un papel crucial en la regulación de la actividad física en ambos grupos. Esto refuerza la relevancia clínica de este hallazgo, ya que existe una relación bien establecida entre los hábitos de ejercicio, la obesidad y las enfermedades metabólicas.

El estudio reveló que cuando los músculos se contraen de forma repetida e intensa durante el ejercicio, se activan dos proteínas de la misma familia, llamadas p38α y p38γ. Estas proteínas se regulan entre sí, lo que significa que el deseo de hacer ejercicio puede ser mayor o menor dependiendo de cuánto se active cada una de ellas.

Además, los investigadores identificaron una tercera proteína llamada interleuquina 15 (IL-15). Esta proteína se produce en respuesta a la activación de la p38γ durante el ejercicio y tiene un efecto directo sobre el córtex motor, la parte del cerebro que controla el movimiento. Por lo tanto, el aumento de la interleuquina 15 en la sangre actúa como una señal para el cerebro para aumentar la actividad motora, lo que se traduce en un aumento de la actividad física voluntaria.

Además, el estudio demuestra que cuando los animales se ejercitan de manera constante, la activación de p38γ es mayor que la de p38α. Esto sugiere que el entrenamiento constante puede mantener el deseo de hacer ejercicio.

En animales con dietas altas en grasas y obesidad, el ejercicio constante mostró beneficios en su salud. Mejoró el metabolismo de estos animales y disminuyó su tendencia a desarrollar diabetes y a acumular grasa, especialmente en el hígado.

En humanos, las dos proteínas p38 se activan en los músculos que se ejercitan con una intensidad creciente. También se observó un aumento de la interleuquina 15 en la sangre, y se encontró que las personas obesas tienen niveles más bajos de esta proteína en la sangre. Esta relación con la obesidad es fundamental, ya que la obesidad es el trastorno metabólico más común en todo el mundo y su prevalencia e incidencia están en constante aumento. El ejercicio regular se considera una estrategia efectiva tanto para la prevención como para el tratamiento de la obesidad.

Según Guadalupe Sabio, uno de los próximos pasos será confirmar que la proteína IL-15 es un marcador en sangre del deseo de hacer ejercicio. Una vez confirmado, se podría investigar si diferentes tipos de ejercicio (como el levantamiento de pesas, correr o el crossfit) estimulan la producción de IL-15 de manera diferente. Además, se podría estudiar si el efecto del ejercicio es el mismo en personas obesas que en personas no obesas. Este conocimiento podría ayudar a los entrenadores a diseñar programas de ejercicio más efectivos y eficientes.

Además, la Dra. Sabio sugiere que se podría considerar el desarrollo de un fármaco derivado de la IL-15 para las personas que tienen una mayor necesidad de beneficiarse de los efectos positivos del ejercicio físico, pero que tienen dificultades para realizarlo o mantenerlo, como las personas con obesidad.

Finalmente, la Dra. Sabio planea utilizar este modelo para explorar la relación entre el ejercicio, la longevidad y el cáncer, y para descubrir los mecanismos que regulan esta relación.

Referencia:

Cintia Folgueira et al. ‘Remodeling p38 signaling in muscle controls locomotor activity via IL-15’. Science Advances, 2024.

Fuente: CNIO

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