El panorama económico en Argentina ha experimentado cambios significativos en los últimos meses, particularmente en relación con la inflación. En junio, durante la era del economista y político Javier Milei, el país experimentó su primera aceleración de la inflación. Sin embargo, en julio, Argentina retomó la senda bajista, con una disminución en la inflación hasta el 4% mensual, la tasa más baja registrada en 30 meses. A pesar de este logro, la administración actual aún no ha alcanzado su ‘número mágico’ objetivo.
Los precios al consumidor en Argentina crecieron un 4% en julio en comparación con junio, mostrando así una desaceleración en comparación con la tasa mensual del 4,6% que se registró en junio. Esta información fue proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que también informó que el índice de precios al consumidor (IPC) en julio se situó en el 263,4% en comparación con el mismo mes de 2023, marcando así su tercera desaceleración interanual consecutiva.
El índice mensual de julio es el más bajo desde enero de 2022, cuando la variación mensual fue del 3,9%. Este índice contrasta fuertemente con las tasas registradas en diciembre (25,5%) y enero (20,6%) del año pasado. En ese momento, Milei afirmó que Argentina estaba al borde de una hiperinflación. El economista Lautaro Moschet de la Fundación Libertad y Progreso señaló que la inflación de julio es una buena noticia para el Gobierno, ya que no solo es la más baja de la administración actual, sino que también es la inflación mensual más baja desde enero de 2022.
Después de los impactos iniciales de la repentina devaluación del peso argentino realizada por el Gobierno de Milei al inicio de su mandato en diciembre de 2023, y del impacto de sus primeras medidas de ‘shock’, los precios comenzaron a mostrar una tendencia a la baja. Este cambio se debió a un fuerte ajuste fiscal y monetario y a un colapso del consumo que aplastó la demanda. Desde mayo, la moderación de los precios fue más evidente debido a la política de «emisión cero» del Gobierno, que eliminó la financiación del Banco Central al Tesoro y redujo la emisión monetaria para hacer frente a los pasivos remunerados del Banco Central.
El objetivo de la administración Milei es lograr la «expansión cero» de la base monetaria amplia para frenar la inflación, que ha sido uno de los principales desafíos de la economía argentina durante años. Milei ha declarado en varias ocasiones que lograr que la tasa mensual de inflación coincida con el ritmo de devaluación mensual del 2% del tipo de cambio oficial es una de las muchas condiciones para cumplir con su promesa de eliminar definitivamente el ‘cepo’, un conjunto de restricciones cambiarias que complican la vida económica del país.
El Gobierno está confiado en lograr un índice del 1% en septiembre próximo, pero los expertos privados que el Banco Central consulta cada mes para su informe de expectativas son menos optimistas. Según sus predicciones, las tasas mensuales no serán inferiores al 3,7%, con una inflación acumulada en 2024 del 12,4%. Estos pronósticos asumen que los aumentos de tarifas de servicios públicos a partir de agosto tendrán un impacto inevitable en el índice de inflación. La consultora EcoGo argumenta que, incluso si el Gobierno maneja la presión cambiaria, los anuncios de aumentos en precios regulados no coinciden con un índice de inflación cercano al 1% para septiembre.
Moschet coincide con esta evaluación, aunque también cree que si el Gobierno cumple con su promesa de reducir el impuesto sobre las importaciones en septiembre, este descenso podría reflejarse en una disminución de los precios de los bienes importados. Por lo tanto, es probable que en septiembre se vuelva a registrar una disminución en la inflación.