El 4 de julio, día en que los Estados Unidos celebra su independencia del Reino Unido, se conmemora con fervor patriótico en todo el país. Sin embargo, en la pequeña localidad de Glacier View, a las afueras de Anchorage, la celebración toma una forma única y extravagante. Cada año, la comunidad se reúne para el «lanzamiento de coches del 4 de julio», un evento tan inusual como suena.
El río Matanuska, que serpentea hacia el mar, ha formado cañones y acantilados de unos 100 metros de altura. Es en este escenario natural donde los residentes del pueblo, por razones desconocidas, han decidido celebrar su independencia arrojando coches por el precipicio. Los espectadores, audaces y posiblemente temerarios, se congregan en los márgenes del río para ver cómo los vehículos se estrellan y se rompen en mil pedazos.
Con la proliferación de las redes sociales, este peculiar acto ha ganado popularidad, atrayendo a curiosos de todo el país. El «destruction derby», como se le ha llamado, suele contar con coches parcialmente funcionales que de otro modo habrían terminado en un desguace. El clima de Alaska, con sus inviernos brutales, acelera el proceso de oxidación de los coches, lo que justifica, en parte, el destino de incluso los vehículos más modernos.
A pesar de su creciente popularidad y de la excitante cobertura de alta calidad realizada por el canal de YouTube 1320video, el evento ha generado críticas. Algunos argumentan que es una «obscena celebración de la destrucción», ya que muchos de los coches podrían haber sido útiles para personas con recursos limitados. Además, los residuos generados por los coches destrozados pueden representar una amenaza para el entorno natural y la calidad del agua.
El método para lanzar los coches varía. Algunos son lanzados mediante un sistema de raíles, mientras que otros se conducen «libremente», utilizando correas y cinchas para bloquear sus volantes y mantener sus aceleradores pisados. Este año, la variedad de vehículos sacrificados fue diversa, incluyendo desde pick-ups en mal estado hasta autocaravanas, un pequeño autobús escolar y hasta vehículos policiales decomisados. Entre los más notables se encontraba un Chevrolet Corvette C4 y una pick-up GMC en buen estado estético, a pesar de estar llena de óxido.
Sin embargo, la creciente popularidad del evento también ha aumentado sus riesgos. La erosión del río ha ido reduciendo el espacio para los espectadores, y en algunos casos, los coches han aterrizado a escasos 20 o 30 metros del público. El riesgo de ser golpeados por piezas desprendidas o fluidos despedidos es real. Un coche demasiado rápido o una pieza que se desprenda de manera imprevista podría tener serias consecuencias para el evento y para los espectadores.
A pesar de las preocupaciones y críticas, el lanzamiento de coches del 4 de julio sigue siendo una tradición en Glacier View. Es un recordatorio de la diversidad de formas en que las personas eligen celebrar su independencia y de cómo estas celebraciones pueden evolucionar a lo largo del tiempo.