La violencia política en Estados Unidos es un fenómeno que, aunque no es nuevo, se ha vuelto un tema de gran preocupación en los últimos años. Este fenómeno contrasta con el orgullo que este país tiene en su historia de cambios de gobierno pacíficos, sin la intervención de guerras o golpes de Estado. Como lo resaltó el periodista Theodore White en su crónica The making of a president, «héroes y filósofos, hombres valientes y viles, desde Roma y Atenas han intentando que este particular traspaso de poder funcione de forma efectiva; ningún pueblo lo ha hecho con más éxito, o durante más tiempo, que los estadounidenses».
En 2016, durante un mitin de las primarias en Iowa, Donald Trump hizo una declaración que parecía presagiar el tipo de ambiente violento que se desarrollaría durante su presidencia. Trump afirmó que podría disparar a alguien en medio de la Quinta Avenida de Nueva York y aún así no perdería votos. Esta declaración, que en su momento pareció una fanfarronada, ha sido recordada a lo largo de los años como un indicador de la violencia y la polarización política en el país.
Una de las manifestaciones más preocupantes de la violencia política en Estados Unidos es el alto número de armas en manos de la población. El país cuenta con una tasa de 120 armas por cada 100 habitantes, un hecho que presenta un riesgo significativo en un ambiente político tan cargado de tensiones.
Un ejemplo de esta violencia política se presentó en junio de 2017, cuando un hombre de 66 años llamado James T. Hodgkinson abrió fuego contra congresistas republicanos en un campo de béisbol en Alexandría, Virginia, dejando cinco heridos antes de ser abatido. Este incidente es un recordatorio de cómo la violencia política puede manifestarse en hechos concretos y devastadores.
En enero de 2021, durante el asalto al Capitolio, el país estuvo al borde de una catástrofe mayor. A pesar de las críticas por la falta de planificación, el cuerpo policial logró evitar un baño de sangre al minimizar el número de bajas.
Unos meses antes de este incidente, en octubre de 2020, el FBI detuvo a 13 hombres acusados de terrorismo, seis de los cuales planeaban raptar a la gobernadora de Míchigan, la demócrata Gretchen Whitmer. El cabecilla de este grupo, Adam Fox, trabajaba en una tienda de aspiradoras en Grand Rapids, que utilizó como base de operaciones para planear el atentado.
Recientemente, las motivaciones de Thomas Matthew Crooks, el sospechoso de un atentado contra Trump, están siendo investigadas. Crooks, de 20 años, estaba registrado como votante republicano y tenía acceso a un rifle AR-15, el arma más utilizada en las matanzas en Estados Unidos.
Estos incidentes ocurren en un contexto en el que el riesgo de una guerra civil se ha convertido en un tema de debate intelectual, la polarización geográfica ha alcanzado niveles nunca vistos en más de 150 años, y la población sigue armada hasta los dientes. Cuando se habla de un polvorín en la política de Estados Unidos, se está hablando de un riesgo real y tangible.
La violencia política en Estados Unidos es un fenómeno que requiere una atención especial. Para entender mejor la situación, es importante seguir de cerca las noticias y acontecimientos en este país. Esto permitirá entender cómo la situación evoluciona y cómo se están tomando medidas para prevenir y combatir la violencia política.