Es difícil de creer que ya han transcurrido más de dieciocho meses desde que Elon Musk adquirió Twitter, poniendo fin a un culebrón de verano. Si bien se pensó que este evento marcaría el final de la serie de extravagancias del magnate, parece que solo fue el comienzo de un nuevo capítulo de locuras. Desde entonces, la red social ha sufrido una degradación en varios aspectos, convirtiéndose en una sombra de lo que alguna vez fue. Aunque la responsabilidad de este declive no recae completamente en Musk, es evidente que sus decisiones han jugado un papel crucial en este descenso.
Inmediatamente después de tomar las riendas de Twitter, Musk presentó algunos de sus planes más ambiciosos. Por un lado, emprendió un drástico proceso de despidos, que se descontroló tanto que tuvo que recontratar a algunos de los empleados que había despedido. Además, Musk hizo esfuerzos para mejorar la monetización de la red social a través de su programa Twitter Blue, lo que implicó una revisión del sistema de verificación. Hasta ese momento, este sistema se aplicaba de manera gratuita a cuentas relevantes en ciertos ámbitos. Con la nueva estrategia de Musk, cualquier persona dispuesta a pagar una cuota mensual podría obtener el estatus de verificado.
Esta medida, según Musk, iba a mejorar la calidad de Twitter. Sin embargo, lo que resultó fue un desastre, con suplantaciones de identidad a diestra y siniestra. A pesar de los intentos por implementar mejoras, el sistema de verificación sigue siendo cuestionable. Sin embargo, cualquier mejora podría resultar en una disminución del número de suscriptores, y todos sabemos cuál es la máxima prioridad para Musk.
Ahora, parece que algunos reguladores están tomando cartas en el asunto. Según un comunicado oficial, la Comisión Europea ha comunicado a Twitter sus conclusiones preliminares sobre el «nuevo» sistema de verificación, así como sobre su falta de transparencia en su rol de plataforma publicitaria y la limitación al acceso de datos por parte de investigadores. En resumen, la Comisión Europea sostiene que:
1. Twitter engaña a los usuarios al permitir que cualquier persona pueda obtener el estatus de «verificado», lo que afecta la capacidad de los usuarios para tomar decisiones informadas sobre la autenticidad de las cuentas y el contenido con el que interactúan.
2. Twitter no cumple con la transparencia requerida en materia de publicidad, ya que no proporciona un repositorio confiable y accesible de anuncios publicitarios.
3. Twitter no permite el acceso a sus datos públicos a los investigadores en consonancia con las condiciones establecidas en la Ley de Servicios Digitales.
Por lo tanto, a pesar de ser conclusiones preliminares, la Comisión Europea considera que Twitter está violando la Ley de Servicios Digitales y ha iniciado un procedimiento formal. En este proceso, la red social tendrá la oportunidad de defender su posición o llegar a algún tipo de acuerdo, algo similar a lo que ocurrió entre Apple y la CE.
Dado el comportamiento de Musk, quien respondió al tweet de Thierry Breton con un intento de broma y ha mostrado previamente su desdén por las instituciones europeas, parece poco probable que se llegue a un acuerdo.