En medio de la incertidumbre acerca de cuán lejos la artillería ucrania puede alcanzar dentro del territorio ruso, el Gobierno de Volodímir Zelenski ha estado presionando a sus aliados en las últimas semanas para que les proporcionen algún tipo de defensa contra los misiles lanzados por Moscú. La demanda específica es por sistemas de defensa antiaérea. El razonamiento detrás de esta solicitud es simple: Rusia lanza proyectiles de largo alcance, como el KH101 que impactó en el hospital pediátrico Ojmatdit de Kiev, desde puntos que están más allá del alcance de la artillería ucrania. Y lo hace con una intensidad y flexibilidad táctica que están saturando el escudo defensivo de Ucrania.
Los aliados han respondido a este llamado. El martes pasado, en una reunión de la OTAN en Washington, se firmó un compromiso para que Kiev tenga a su disposición cinco nuevas baterías para la defensa del país lo más pronto posible. Además, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que los primeros aviones de combate F-16 de Dinamarca y Holanda están en camino y estarán operativos este verano. Estos aviones, aunque no son suficientes para marcar una diferencia significativa en el frente, pueden desempeñar un papel defensivo, ya sea interceptando misiles enemigos o disuadiendo posibles ataques desde cazas rusos.
Incluso el mejor de los escudos defensivos, compuestos por radares de seguimiento y localización, junto con baterías fijas o móviles de misiles tierra-aire de interceptación, tienen sus vulnerabilidades. De los 38 proyectiles lanzados por las fuerzas rusas en la mañana del lunes, ocho lograron impactar en suelo ucranio, varios de ellos en la capital, Kiev, considerada la ciudad mejor protegida del país. Más de 30 personas perdieron la vida en esta ciudad, la cifra más alta de víctimas mortales desde diciembre de 2023.
«Cada día, Ucrania está expuesta a ataques masivos de misiles y drones rusos, la mayoría de los cuales son destruidos por la defensa aérea ucrania», explica Dmitro Zhmailo, experto militar del Centro de Seguridad y Cooperación de Ucrania (USCC, por sus siglas en inglés). «Esto ha sido posible gracias al sistema bien establecido de protección escalonada, que incluye el uso de varios tipos de armas de fabricación occidental y soviética, desde el uso de grupos de fuego móviles armados con ametralladoras de gran calibre para combatir drones hasta sistemas de alta tecnología como los Patriot para destruir misiles de crucero y balísticos».
El dolor causado por las muertes civiles es profundo, pero a esto le sigue un sentimiento creciente de vulnerabilidad de la población civil. Aquí es donde la importancia de los sistemas de defensa antiaérea se hace evidente. Según detalló el Ministerio de Defensa ucranio, dirigido por Rustem Umerov, la ayuda anunciada por la Alianza incluye baterías Patriot adicionales, el sistema SAMP-T y componentes para su funcionamiento. En total, Kiev podrá montar cinco nuevas estructuras antiaéreas. De acuerdo con las estimaciones del analista del USCC, se necesitarían 25 Patriot más (o un modelo similar) para enfrentar la intensidad actual del fuego ruso. «Ayudarán a proteger nuestras ciudades, a los civiles y la infraestructura crítica», manifestó Umerov sobre el nuevo paquete aliado, que corre a cargo de EE UU, Alemania, Rumania, Países Bajos e Italia.
Además, el ministerio informó que en los próximos meses, los socios de la OTAN transferirán decenas de sistemas tácticos de defensa aérea, como NASAMS (EE UU-Noruega), HAWK (EE UU), IRIS (consorcio europeo) y Gepard (Alemania). Kiev ya cuenta con todos estos modelos, pero no son suficientes y necesitan munición.
El ataque ruso contra el hospital pediátrico Ojmatdit, el más grande de toda Ucrania, es un buen ejemplo de la importancia de proteger los cielos del país. A partir de las imágenes grabadas en el momento del bombardeo y compartidas en las redes sociales, expertos en armamento y proyectos de verificación audiovisual como Bellingcat han concluido que el proyectil que impactó en la zona de toxicología del centro era un KH101. Este es un misil de crucero que puede viajar a velocidades de entre 700 y 900 kilómetros por hora y alcanzar objetivos a una distancia de hasta 2.800 kilómetros. Esto significa que las fuerzas rusas pueden lanzarlo desde lo que se conoce ya como su santuario, la zona fuera del alcance de la artillería ucrania.
El KH101 ha sido analizado y desmantelado por los forenses en numerosas ocasiones, contiene componentes de fabricación occidental, y aún así sigue impactando en territorio ucranio. Los misiles de crucero representan un desafío adicional para los sistemas de defensa: vuelan a baja altura, en una ruta flexible y guiada, lo que dificulta su interceptación. Pero las defensas con las que cuenta Kiev para protegerse deberían ser suficientes. Sin embargo, según la grabación, la caída del proyectil, con un ángulo descendente muy pronunciado, sugiere que no estaba volando a baja altura.
El lunes, Rusia lanzó desde sus cazas Tu-95MS un ataque masivo combinado, utilizando proyectiles de crucero, balísticos y bombas guiadas. Lo hizo a primera hora del día, algo inusual, y después de haber exigido un gran esfuerzo a las baterías antiaéreas en los días anteriores con drones y misiles. El ataque llegó desde casi todos los flancos.
«La Fuerza Aérea de Ucrania», señala Zhmailo, «declaró que la principal dificultad era que los misiles rusos volaban a altitudes extremadamente bajas, a veces a una altura de 50 metros, lo que complica enormemente la detección y destrucción oportuna de tales objetivos. Además, este tipo de misiles ha sido mejorado con protección adicional, incluyendo radares y trampas térmicas». El analista del USCC añade que la «lógica» de la defensa no se centra en proteger un hospital, que estaría, a priori, fuera de la lista de objetivos de un contendiente.
Este martes, durante la apertura de la cumbre de la OTAN en Washington, Biden anunció el envío de los cinco nuevos sistemas defensivos para que se incorporen «de inmediato» a la protección de Ucrania. Sin embargo, esa inmediatez generalmente depende de una formación previa del personal ucranio que los va a utilizar. Aunque su llegada contribuirá a evitar matanzas como la del lunes y fortalecerá la sensación de protección de la población civil, esto es temporal, ya que son recursos finitos que compiten además con una producción de municiones en Rusia que sigue creciendo en fábricas como las de los KH101, que multiplicó por ocho las unidades el año pasado.