El viaje del primer ministro húngaro, Viktor Orban, a Rusia, un país considerado como el enemigo público de la Unión Europea (UE) desde su invasión a Ucrania, sigue generando controversia. Los embajadores europeos debatieron el miércoles las consecuencias de lo que consideran el inicio de la presidencia rotatoria más tensa de la que se tiene memoria. Algunos países han sugerido la posibilidad de aislar sutilmente a Budapest durante estos seis meses en la mesa del Consejo de la UE. Sin embargo, España aboga por mantener la calma y la normalidad.
Desde el 1 de julio, comienzo de la presidencia europea de Hungría, Orban ha llevado a cabo una autoproclamada «gira de la paz» que le ha llevado a Ucrania, Rusia, Azerbaiyán y China. La parada más polémica fue el apretón de manos en Moscú con el presidente ruso, Vladimir Putin.
«Desleal», «irresponsable» o «decepcionante» fueron algunas de las palabras que le dedicaron sus homólogos europeos. El resto de los Estados miembros de la UE se unieron en torno a un mensaje único: Orban no representa la posición común y está instrumentalizando la presidencia europea para generar confusión.
Hungría, por su parte, se defiende de esta avalancha de acusaciones. «Son extremadamente serias y dañan el debate político en la UE, que debería centrarse en el contenido y en cómo la UE puede jugar un papel como jugador y no solo como observador en los conflictos de su vecindad», ha señalado János Bóka, ministro de Asuntos Europeos, en una rueda de prensa celebrada el miércoles en Bruselas. «El primer ministro no violó ninguna ley europea«, ha sostenido.
El Coreper, el foro que alberga a los 27 embajadores europeos, debatió el miércoles por primera vez las repercusiones y las posibles respuestas a este pulso que mantiene el mandatario magiar. Del encuentro no salió ninguna decisión. «No se han adoptado medidas concretas, pero sí ha existido una amplia desaprobación de las acciones de la presidencia. La percepción general es que ésta ha ido en contradicción con la postura común de la UE«, explican fuentes diplomáticas.
Aunque algunos países, como Polonia, sí abogan por medidas más severas para frenar a Orban. Una de las que toma más fuerza es la pasiva-agresiva de entablar una especie de boicot sutil a los Consejos informales celebrados en territorio húngaro, aprovechando que en este periodo de transición entre legislaturas europeas hay muchos dossiers y legislaciones paralizadas. Esto se traduciría en enviar a estas reuniones a representantes políticos de bajo perfil y evitar la presencia de ministros. «No hemos recibido indicaciones de que eso se vaya a producir. Corresponde a cada Estado miembro decidir a quién envía a estas reuniones. Pero es importante subrayar que estos encuentros informales son importantes», ha asegurado Bóka.
España, por su parte, es partidaria de no dar este paso y actuar con normalidad. El secretario de Estado para la UE, Fernando Mariano Sampedro Marcos, fue el representante en el Consejo de Competitividad, la vicepresidenta, Teresa Ribera, en el de Medio Ambiente y la secretaria de Estado, Sara Aagesen, fue la participante en el de Energía.
Orban no informó a Bruselas ni al resto de capitales de sus intenciones. Desde su Gobierno se defienden asegurando que no lo hicieron antes, pero sí después a través de un escrito enviado tanto a Charles Michel, presidente del Consejo, como a los 26 jefes de Estado y de Gobierno.
«Quiero aclarar lo que ya ha dicho el primer ministro húngaro. No fueron viajes en nombre de la UE ni con mandato de ninguna de sus instituciones. [Orban] es consciente de sus responsabilidades bajo la Presidencia y en este espíritu ha proporcionado al Consejo todas las clarificaciones que necesita con la información que ha recopilado», ha afirmado Bóka. La versión de Budapest se basa en tres puntos: sostiene que realizó el viaje a título nacional, que las fechas fueron las que fueron porque «estas visitas son muy delicadas y técnicamente solo fueron posibles de esta forma» y que su objetivo es encarrilar una paz sostenible y duradera entre Ucrania y Rusia.
Pero no convence. Las primeras palabras que le dirigió el inquilino del Kremlin fue que entendía que venía como algo más que como mero primer ministro húngaro. Los vídeos de patrocinio contaban con el logo de la Presidencia del Consejo. Y todo ello ha dado lugar a una confusión y ambigüedad que agrada a Moscú y ha generado enormes dosis de indignación en el resto de socios europeos.
Entretanto, el Gobierno de Viktor Orban acusa al Parlamento Europeo de no permitirle dar su discurso tradicional en el atrio de Estrasburgo para presentar las prioridades de su Presidencia. «Es muy patético ver cómo la élite bruselense fallida y desconectada se asusta la voz del pueblo«, denuncia el eurodiputado del Fidesz Hidvéghi Balázs. La conferencia de presidentes aún no ha tomado la decisión, pero todo apunta a que podría posponerse para después del verano debido a la apretada agenda que emana de la primera sesión plenaria de esta legislatura, cuya gran cita es la votación de Ursula von der Leyen, que se juega reeditar su mandato al frente de la Comisión Europea.