El escenario geopolítico actual, cada vez más tenso, ha generado una serie de eventos notables en Oriente Medio. Recientemente, las negociaciones para una tregua entre Hamas e Israel se reanudaron oficialmente en Doha, representando un destello de esperanza en medio de un conflicto que ha devastado la región durante más de nueve meses. Las negociaciones se llevaron a cabo con la presencia de líderes de varias agencias de inteligencia y seguridad, incluyendo el director de la CIA, Williams Burns, y el jefe de la Inteligencia egipcia, Abbas Kamel.
El objetivo principal de estas negociaciones es plasmar el acercamiento de posturas en un documento y sentar las bases de un acuerdo que ponga fin a la guerra en la Franja de Gaza. Sin embargo, a pesar del optimismo que rodea estas negociaciones, fuentes cercanas a las conversaciones han advertido que lograr un acuerdo «no será fácil ni inminente».
En medio del esfuerzo por alcanzar la paz, el primer ministro qatarí, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al-Thani, y los jefes de los servicios de Inteligencia y seguridad israelíes, David Barnea y Ronen Bar, también se dieron cita en Doha. El encuentro sirve no solo como culminación de una semana de avances en la sombra, sino también como plataforma para futuras reuniones.
La propuesta de tregua se ha reactivado en torno a la propuesta de tregua de tres fases anunciada por el presidente estadounidense Joe Biden basada en el texto aprobado por el gabinete de Benjamin Netanyahu. Esta propuesta incluye un período de seis semanas de calma en el cual la milicia palestina deberá liberar a mujeres, menores, enfermos, heridos y ancianos secuestrados hace 278 días en el sur de Israel a cambio de presos palestinos en cárceles israelíes.
La tensión en la región se ha intensificado debido a la ofensiva militar lanzada por Israel en respuesta al ataque de Hamas del pasado 7 de octubre. A pesar de los avances logrados en las negociaciones, muchas familias de los 120 secuestrados aún en manos del grupo terrorista y los habitantes de la castigada Franja de Gaza reciben con esperanza contenida las noticias sobre los avances en las negociaciones.
Netanyahu ha condicionado el cese de la ofensiva al cumplimiento de tres objetivos: eliminar las capacidades armadas y de régimen de Hamas, la vuelta de todos los secuestrados y garantizar que la Franja de Gaza deje de ser una amenaza para el sur de Israel. Por otro lado, el liderazgo islamista de Hamas exige garantías internacionales de que Israel no reanudará la ofensiva si no hay un acuerdo en la primera fase para una tregua definitiva y la retirada de las tropas del enclave palestino.
La situación se complica aún más con la acusación de las familias de los secuestrados y analistas israelíes que afirman que Yehie Sinwar, líder de Hamas, es el principal obstáculo para una tregua. También acusan a Netanyahu de haber torpedeado en varias ocasiones las negociaciones por motivos políticos.
Mientras tanto, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, declaró que sus fuerzas «mataron o hirieron al 60% de los terroristas de Hamas y desmantelaron sus 24 batallones o en su gran mayoría». Sin embargo, Israel teme que el grupo de Sinwar e Ismail Haniyah prolongue la negociación de forma indefinida, logrando así mantenerse vivo como grupo y régimen y con parte de los rehenes en su poder.
En otro frente, la tensión entre Israel y Hizbul ha aumentado, con el grupo armado libanés afirmando que lanzó decenas de cohetes contra bases militares en respuesta a la muerte de dos milicianos atacados por un dron israelí en Siria. Un alto el fuego en el sur reduciría de forma considerable las posibilidades de una guerra en el norte entre Israel y Hizbul.
La responsabilidad de la paz en la región recae en gran medida en los resultados de las negociaciones en curso. Como afirmó Hasan Nasrala, líder de Hizbul, «Estamos esperando los resultados de las negociaciones. Aquellos que quieran traer la calma al norte deberán detener la guerra en Gaza».